(33) ¶ Si cubrí mis transgresiones como Adán, escondiendo mi iniquidad en mi seno: (34) ¿Temí a una gran multitud, o me aterrorizó el desprecio de las familias, que guardé silencio y no salí de ¿la puerta? (35) ¡Oh, que me oyera! he aquí, mi deseo es que el Todopoderoso me responda, y que mi adversario haya escrito un libro. (36) Ciertamente lo tomaría sobre mi hombro y me lo ataría como una corona.

(37) Le declararía el número de mis pasos; como un príncipe me acercaría a él. (38) Si mi tierra clama contra mí, o sus surcos también se quejan; (39) Si he comido sus frutos sin dinero, o he hecho perder la vida a sus dueños: (40) Que crezcan cardos en lugar de trigo, y berberechos en lugar de cebada. Se acaban las palabras de Job.

Este cierre del capítulo es muy llamativo y merece una atención más particular. Del hombre, Job apela a DIOS. Ahora bien, esto lleva el asunto a una decisión. Los amigos de Job lo habían acusado de hipocresía. Entonces dice Job, que el Todopoderoso escudriñador de corazones lo determine. Ruego al lector que esté particularmente atento, que tenga una idea clara del significado de Job. No permita que el lector suponga que Job, en esta apelación, miraba hacia el tribunal de DIOS, como alguien inconsciente del pecado.

Lo contrario de esto fue el significado de Job. Fue el pecado de hipocresía sólo que él se atrevió a justificarse contra la acusación. Él no había cubierto, dice, sus transgresiones, como lo había hecho su antepasado Adán, tratando de esconderse de la presencia del SEÑOR, en medio de los árboles del jardín. Pero él le había contado a DIOS sus pecados y le había revelado, en plena confesión, su iniquidad.

Sin embargo, al mismo tiempo, en contra de lo que sus tres amigos habían observado, que sus aflicciones eran fruto de su hipocresía, y DIOS ahora lo estaba castigando por eso, aquí Job presentó su apelación y, en este punto, deseó mirar hacia arriba. a Dios. Si el lector compara este pasaje con el que hemos repasado antes, el cap. 9:20, 21, se le hará ver que es en este sentido que el Patriarca siempre está apelando a la justicia de DIOS.

De ninguna otra manera podemos ver el caso, porque la santidad infinita y la majestad infinita de DIOS, lo convierten en una preocupación solemne por cualquiera de los miembros de la raza caída de Adán, aunque se haya llevado a un estado de justificación a través de la sangre y justicia del SEÑOR JESUCRISTO, para venir delante del SEÑOR, y mucho menos para apelar al tribunal de su justicia. Y Job, habiendo cedido así en su defensa, declara que su discurso ha terminado.

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