REFLEXIONES

LECTOR, entre las muchas mejoras especiales que se harán, bajo la enseñanza divina, de este capítulo, hay dos lecciones muy impactantes, que le pido al SEÑOR, el ESPÍRITU SANTO, que las imprima con su gracia en mi mente y en la suya. La primera es que, si las bestias de presa y los animales de matanza se vuelven tan formidables para nuestra aprehensión, desde la caída, que su terror nos hace temer, pensemos en lo terrible que debe ser caer, en manos de la justicia ofendida, cuyo poder como trasciende infinitamente estas sus criaturas, como el gran Creador trasciende la cosa creada.

Y, sin embargo, no todo pecador se expone literalmente al tremendo juicio del cielo enfurecido, quien, despreciando el único plan de salvación revelado desde el cielo por el SEÑOR JESUCRISTO, establece una justicia imaginaria propia, y lo hace a todos los efectos y propósitos, considera la sangre del pacto como algo impío, y menosprecia al ESPÍRITU de Gracia.

La otra mejora de la lectura de este capítulo es el consuelo y la confianza más segura en el poder, la soberanía, la gracia y la bondad de este DIOS Todopoderoso, si en la forma en que él mismo ha designado en su gracia (incluso en el nombre y justicia del SEÑOR JESUCRISTO), hemos buscado su favor y nos hemos entregado por completo a su gracia gratuita en JESÚS. ¡Oh! ¡Cuán seguros, cuán eternamente seguros y seguros deben estar aquellos que tienen a un DIOS en CRISTO para su confianza! ¿Creó el SEÑOR a Behemot y al Leviatán? ¿Los alimenta y los sostiene, establece los límites de su tiempo y existencia? ¿Y no alimentará, sostendrá, consolará y determinará los límites de la habitación de su pueblo? ¡Oh! alma mía, echa todo tu cuidado sobre tu DIOS en CRISTO, porque él cuida de ti. 'No temas', ha dicho, 'Yo estoy contigo.

Y ciertamente, si el SEÑOR gobierna con tanto cuidado los mayores poderes en la tierra y el mar, los demonios también deben estar sujetos a su poder y no se atreven a resistir su mandato. ¡Precioso JESÚS! Deja que estos puntos de vista añadan otro argumento para hacer mi alma perfectamente feliz bajo tu protección. Tuyo soy, oh Jehová, y tú me salvarás; Te agradarás de las obras de tus manos. Tuyo soy, oh SEÑOR, tanto por la creación como por la redención; y por tanto, prestarás atención a la compra de tu sangre y tu justicia. De ahora en adelante arrojo mi alma, y ​​todo lo que tengo y soy, sobre ti; porque me has redimido, oh SEÑOR, Dios de verdad.

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