El santo doliente parece haber encontrado fuerzas al haber dado rienda suelta a su alma en plenitud, y por lo tanto se queja consigo mismo y su incredulidad. ¡Qué! ¿Me abatiré, seré abatido, que hallaron fiel a Dios en todo lo pasado? ¿Será Jehová menos Jehová para mí que para todo su pueblo? ¿Será la fianza de Cristo menos bendecida para mí? ¿Ha perdido su sangre su eficacia para limpiar? ¿No me podrá justificar más su justicia? ¡Oh, no! Yo creeré. Yo dependeré. Todavía tengo esperanza y gracia sustentadora, a través de las cómodas vistas de las sonrisas de Jesús; No veo.

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