• Isaías 50:5

    El SEÑOR Dios me abrió el oído, y no fui rebelde ni me volví atrás.

  • Isaías 50:6

    Entregué mis espaldas a los que me golpeaban, y mis mejillas a los que me arrancaban la barba. No escondí mi cara de las afrentas ni de los escupitajos.

  • Isaías 50:7

    Porque el SEÑOR Dios me ayuda, no he sido confundido. Por eso puse mi rostro firme como un pedernal y sé que no seré avergonzado.

  • Isaías 50:8

    Cercano está a mí el que me justifica. ¿Quién contenderá conmigo? Comparezcamos juntos. ¿Quién es el adversario de mi causa? Acérquese a mí.

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