• Marco 1:21

    Entraron en Capernaúm. Y en seguida, entrando él en la sinagoga los sábados, enseñaba.

  • Marco 1:22

    Y se asombraban de su enseñanza porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.

  • Marco 1:23

    Y en ese momento un hombre con espíritu inmundo estaba en la sinagoga de ellos, y exclamó

  • Marco 1:24

    diciendo: — ¿Qué tienes con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido para destruirnos? Yo sé quién eres: ¡el Santo de Dios!

  • Marco 1:25

    Jesús le reprendió diciendo: — ¡Cállate y sal de él!

  • Marco 1:26

    Y el espíritu inmundo lo sacudió con violencia, clamó a gran voz y salió de él.

  • Marco 1:27

    Todos se maravillaron, de modo que discutían entre sí diciendo: — ¿Qué es esto? ¡Una nueva doctrina con autoridad! Aun a los espíritus inmundos él manda, y lo obedecen.

  • Marco 1:28

    Y pronto se extendió su fama por todas partes, en toda la región alrededor de Galilea.

  • Marco 1:29

    En seguida, cuando salieron de la sinagoga, fueron con Jacobo y Juan a la casa de Simón y Andrés.

  • Marco 1:30

    La suegra de Simón estaba en cama con fiebre; y de inmediato le hablaron de ella.

  • Marco 1:31

    Él se acercó a ella, la tomó de la mano y la levantó. Y le dejó la fiebre, y ella comenzó a servirles.

  • Marco 1:32

    Al atardecer, cuando se puso el sol, le traían todos los enfermos y los endemoniados.

  • Marco 1:33

    Toda la ciudad estaba reunida a la puerta.

  • Marco 1:34

    Y él sanó a muchos que padecían de diversas enfermedades y echó fuera muchos demonios. Y no permitía a los demonios hablar, porque lo conocían.

  • Marco 1:35

    Habiéndose levantado muy de madrugada, todavía de noche, Jesús salió y se fue a un lugar desierto y allí oraba.

  • Marco 1:36

    Simón y sus compañeros fueron en busca de él.

  • Marco 1:37

    Lo encontraron y le dijeron: — Todos te buscan.

  • Marco 1:38

    Él les respondió: — Vamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que predique también allí porque para esto he venido.

  • Marco 1:39

    Y fue predicando en las sinagogas de ellos en toda Galilea, y echando fuera los demonios.

  • Marco 1:40

    Y vino a él un leproso implorándole, y de rodillas le dijo: — Si quieres, puedes limpiarme.

  • Marco 1:41

    Jesús, movido a compasión, extendió la mano, lo tocó y le dijo: — Quiero; sé limpio.

  • Marco 1:42

    Y al instante desapareció la lepra de él, y quedó limpio.

  • Marco 1:43

    En seguida lo despidió, después de amonestarlo,

  • Marco 1:44

    y le dijo: — Mira, no digas nada a nadie. Más bien ve, muéstrate al sacerdote y ofrece lo que mandó Moisés en cuanto a tu purificación, para testimonio a ellos.

  • Marco 1:45

    Pero cuando salió, él comenzó a proclamar y a difundir mucho el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ninguna ciudad sino que se quedaba afuera en lugares despoblados. Y venían a él de todas partes.

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