• Romanos 8:12

    Así que, hermanos, somos deudores, pero no a la carne para que vivamos conforme a la carne.

  • Romanos 8:13

    Porque si viven conforme a la carne, han de morir; pero si por el Espíritu hacen morir las prácticas de la carne, vivirán.

  • Romanos 8:14

    Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.

  • Romanos 8:15

    Pues no recibieron el espíritu de esclavitud para estar otra vez bajo el temor sino que recibieron el espíritu de adopción como hijos, en el cual clamamos: “¡Abba, Padre!”.

  • Romanos 8:16

    El Espíritu mismo da testimonio juntamente con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios.

  • Romanos 8:17

    Y si somos hijos, también somos herederos: herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

  • Romanos 8:18

    Porque considero que los padecimientos del tiempo presente no son dignos de comparar con la gloria que pronto nos ha de ser revelada.

  • Romanos 8:19

    Pues la creación aguarda con ardiente anhelo la manifestación de los hijos de Dios.

  • Romanos 8:20

    Porque la creación ha sido sujetada a la vanidad, no por su propia voluntad sino por causa de aquel que la sujetó, en esperanza

  • Romanos 8:21

    de que aun la creación misma será librada de la esclavitud de la corrupción para entrar a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

  • Romanos 8:22

    Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una sufre dolores de parto hasta ahora.

  • Romanos 8:23

    Y no solo la creación sino también nosotros, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos dentro de nosotros mismos aguardando la adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo.

  • Romanos 8:24

    Porque fuimos salvos con esperanza; pero una esperanza que se ve no es esperanza, pues ¿quién sigue esperando lo que ya ve?.

  • Romanos 8:25

    Pero si esperamos lo que no vemos, con perseverancia lo aguardamos.

  • Romanos 8:26

    Y asimismo, también el Espíritu nos ayuda en nuestras debilidades; porque no sabemos cómo debiéramos orar pero el Espíritu mismo intercede con gemidos indecibles.

  • Romanos 8:27

    Y el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque él intercede por los santos conforme a la voluntad de Dios.

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