• 1 Reyes 20:31

    Sus servidores dijeron a Ben-hadad: — He aquí, hemos oído que los reyes de la casa de Israel son reyes clementes. Pongamos, pues, cilicio sobre nuestras espaldas y sogas a nuestros cuellos, y salgamos al rey de Israel; quizás nos perdone la vida.

  • 1 Reyes 20:32

    Entonces se ciñeron sus lomos con cilicio y pusieron sogas a sus cuellos, y fueron al rey de Israel y dijeron: — Tu siervo Ben-hadad dice: “Por favor, perdóname la vida”. Y él respondió: — ¿Todavía vive? ¡Es mi hermano!

  • 1 Reyes 20:33

    Aquellos hombres tomaron esto como buen augurio y se apresuraron a tomarle la palabra, diciendo: — ¡Tu hermano es Ben-hadad! Él dijo: — Vayan y tráiganlo. Ben-hadad se presentó ante Acab, quien lo hizo subir en su carro.

  • 1 Reyes 20:34

    Luego le dijo Ben-hadad: — Yo restituiré las ciudades que mi padre tomó a tu padre. Tú también podrás establecer centros comerciales en Damasco, como mi padre hizo en Samaria. — Entonces con este convenio yo te dejaré ir libre. Hizo, pues, un convenio con él y lo dejó ir.

  • 1 Reyes 20:35

    Entonces un hombre de los hijos de los profetas dijo a su compañero, por mandato del SEÑOR: — ¡Golpéame, por favor! Pero el hombre rehusó golpearlo.

  • 1 Reyes 20:36

    Y él le dijo: — Porque no has obedecido la voz del SEÑOR, he aquí que cuando te apartes de mí, te matará un león. Cuando se apartó de él, lo encontró un león y lo mató.

  • 1 Reyes 20:37

    Luego se encontró con otro hombre y le dijo: — ¡Golpéame, por favor! El hombre le dio un golpe y le ocasionó una herida.

  • 1 Reyes 20:38

    Entonces el profeta se fue y se puso de pie delante del rey en el camino, disfrazándose con una venda sobre los ojos.

  • 1 Reyes 20:39

    Sucedió que cuando el rey pasaba, aquel gritó al rey y dijo: — ¡Tu siervo estuvo en medio de la batalla, y he aquí que uno se apartó trayéndome a un hombre y me dijo: “Guarda a este hombre, porque si llega a escapar, tu vida responderá por la suya o pagarás treinta y tres kilos de plata”.

  • 1 Reyes 20:40

    Pero sucedió que mientras tu siervo estaba ocupado en una y otra cosa, él desapareció. Entonces el rey de Israel le dijo: — ¡Esa será tu sentencia! ¡Tú mismo la has pronunciado!

  • 1 Reyes 20:41

    Entonces se quitó apresuradamente la venda de sus ojos, y el rey de Israel reconoció que era uno de los profetas.

  • 1 Reyes 20:42

    Y este dijo al rey: — Así ha dicho el SEÑOR: “¡Por cuanto soltaste de la mano al hombre que yo había designado como anatema, tu vida responderá por la suya, y tu pueblo por el suyo!”.

  • 1 Reyes 20:43

    El rey de Israel se fue a su casa decaído y enfadado, y llegó a Samaria.

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