El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí.

El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí. Comparar. Dado que la preferencia de uno, en el caso supuesto, necesitaría el abandono del otro, nuestro Señor aquí, con un respeto sublime, pero terrible de sí mismo, afirma sus propios reclamos de afecto supremo.

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