Lucas 1:1-80

1 Puesto que muchos han intentado poner en orden un relato acerca de las cosas que han sido ciertísimas entre nosotros,

2 así como nos las transmitieron los que desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la palabra,

3 me ha parecido bien también a mí, después de haberlo investigado todo con diligencia desde el comienzo, escribírtelas en orden, oh excelentísimo Teófilo,

4 para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido.

5 En los días de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías. Su esposa era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet.

6 Ambos eran justos delante de Dios, y vivían irreprensiblemente en todos los mandamientos y las ordenanzas del Señor.

7 No tenían hijos, porque Elisabet era estéril y ambos eran de edad avanzada.

8 Aconteció que cuando Zacarías ejercía el sacerdocio delante de Dios, en el turno de su clase,

9 conforme a la costumbre del sacerdocio le tocó por sorteo entrar en el templo del Señor para quemar el incienso.

10 Toda la multitud del pueblo estaba fuera, orando, a la hora del incienso.

11 Entonces el ángel del Señor se le apareció, puesto de pie a la derecha del altar del incienso.

12 Zacarías se turbó cuando lo vio, y el temor se apoderó de él.

13 Pero el ángel le dijo: — ¡No temas, Zacarías! Porque tu oración ha sido atendida. Tu esposa Elisabet te dará a luz un hijo y llamarás su nombre Juan.

14 Tendrás gozo y alegría, y muchos se gozarán de su nacimiento

15 porque él será grande delante del Señor. Nunca beberá vino ni licor, y será lleno del Espíritu Santo aun desde el vientre de su madre.

16 Y hará que muchos de los hijos de Israel vuelvan al Señor su Dios.

17 Él mismo irá delante del Señor con el espíritu y el poder de Elías para hacer volver los corazones de los padres a los hijos y los desobedientes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo apercibido.

18 Y Zacarías dijo al ángel: — ¿Cómo podré estar seguro de esto? Pues yo soy viejo y mi esposa es de edad avanzada.

19 Respondió el ángel y le dijo: — Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte estas buenas nuevas.

20 He aquí, quedarás mudo e incapaz de hablar hasta el día en que se realice esto, por cuanto no has creído a mis palabras las cuales se cumplirán a su debido tiempo.

21 El pueblo estaba esperando a Zacarías, y se extrañaba de que él pasara tanto tiempo en el templo.

22 Cuando salió, no les podía hablar; y se dieron cuenta de que había visto una visión en el templo. Él se comunicaba con ellos por señas pues se había quedado mudo.

23 Sucedió que, cuando se cumplieron los días de este ministerio, él se fue a su casa.

24 Y después de aquellos días su mujer Elisabet concibió y se recluyó por cinco meses diciendo:

25 — Así ha hecho conmigo el Señor en los días en que se dignó mirarme para quitar mi afrenta entre los hombres.

26 En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret,

27 a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David. El nombre de la virgen era María.

28 Cuando entró a donde ella estaba, dijo: — ¡Te saludo, muy favorecida! El Señor está contigo.

29 Pero ella se turbó por sus palabras y se preguntaba qué clase de salutación sería esta.

30 Entonces el ángel le dijo: — ¡No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios!

31 He aquí concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús.

32 Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de su padre David.

33 Reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y de su reino no habrá fin.

34 Entonces María dijo al ángel: — ¿Cómo será esto? Porque yo no conozco varón.

35 Respondió el ángel y le dijo: — El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el santo Ser que nacerá será llamado Hijo de Dios.

36 He aquí, también tu parienta Elisabet ha concebido un hijo en su vejez. Este es el sexto mes para ella que era llamada estéril.

37 Porque ninguna cosa será imposible para Dios.

38 Entonces María dijo: — He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de ella.

39 En esos días se levantó María y fue de prisa a una ciudad en la región montañosa de Judá.

40 Entró en casa de Zacarías y saludó a Elisabet.

41 Aconteció que, cuando Elisabet oyó el saludo de María, la criatura saltó en su vientre. Y Elisabet fue llena del Espíritu Santo,

42 y exclamó a gran voz y dijo: — ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!

43 ¿De dónde se me concede esto, que la madre de mi Señor venga a mí?

44 Porque he aquí, cuando llegó a mis oídos la voz de tu saludo, la criatura saltó de alegría en mi vientre.

45 Bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le ha sido dicho de parte del Señor.

46 Y María dijo: — Engrandece mi alma al Señor;

47 y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador,

48 porque ha mirado la bajeza de su sierva. He aquí, pues, desde ahora me tendrán por bienaventurada todas las generaciones,

49 porque el Poderoso ha hecho grandes cosas conmigo. Su nombre es santo,

50 y su misericordia es de generación en generación, para con los que le temen.

51 Hizo proezas con su brazo; esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.

52 Quitó a los poderosos de sus tronos y levantó a los humildes.

53 A los hambrientos sació de bienes y a los ricos los despidió vacíos.

54 Ayudó a Israel, su siervo, para acordarse de la misericordia,

55 tal como habló a nuestros padres; a Abraham y a su descendencia para siempre.

56 Y María se quedó con ella como tres meses, y regresó a su casa.

57 Se cumplió para Elisabet el tiempo de su alumbramiento, y dio a luz un hijo.

58 Los vecinos y los parientes oyeron que Dios había engrandecido su misericordia hacia ella y se regocijaron con ella.

59 Aconteció que, al octavo día, vinieron para circuncidar al niño, y lo llamaban con el nombre de su padre, Zacarías.

60 Y su madre respondiendo, dijo: — ¡No! Más bien será llamado Juan.

61 Y le dijeron: — No hay nadie en tu familia que se llame con este nombre.

62 Preguntaban por señas a su padre cómo quería llamarle.

63 Y, pidiendo una tablilla escribió diciendo: “Juan es su nombre”. Y todos se maravillaron.

64 Al instante su boca fue abierta, y se le soltó la lengua y comenzó a hablar bendiciendo a Dios.

65 Cayó temor sobre todos sus vecinos, y por toda la región montañosa de Judá se divulgaban todas estas cosas.

66 Y todos los que las oían las guardaban en su corazón, diciendo: — Pues, ¿quién será este niño? Porque ciertamente la mano del Señor estaba con él.

67 Zacarías, su padre, fue lleno del Espíritu Santo y profetizó diciendo:

68 — Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo.

69 Ha levantado para nosotros un Salvador poderoso en la casa de su siervo David,

70 tal como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde antiguo:

71 Salvación de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos aborrecen,

72 para hacer misericordia con nuestros padres y para acordarse de su santo pacto.

73 Este es el juramento que juró a Abraham nuestro padre, para concedernos que,

74 una vez rescatados de las manos de los enemigos, le sirvamos sin temor,

75 en santidad y en justicia delante de él todos nuestros días.

76 Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo porque irás delante del Señor para preparar sus caminos;

77 para dar a su pueblo conocimiento de salvación en el perdón de sus pecados

78 a causa de la entrañable misericordia de nuestro Dios, con que la luz de la aurora nos visitará de lo alto;

79 para alumbrar a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; para encaminar nuestros pies por caminos de paz.

80 Y el niño crecía y se fortalecía en espíritu, y estaba en el desierto hasta el día de su manifestación a Israel.

Aparece en los Hechos y en las Epístolas Apostólicas, que la predicación más antigua consistía en breves sumarios de los hechos de la historia terrenal de nuestro Señor, con unas pocas palabras de aplicación pertinente a los oyentes. De estos hechos asombrosos, naturalmente se tomarían notas, y resúmenes de ellos se pondrían en circulación. A tales escritos se refiere Lucas aquí; y en términos de respeto estudiado, como relatos de cosas que eran “ciertísimas”, o creídas sobre fundamento ciertísimo, entre los cristianos, y redactadas por medio del testimonio de testigos oculares (“lo vieron por sus ojos”) y que “fueron ministros de la palabra”. Pero cuando él agrega que “le ha parecido también a él, después de haber entendido todas las cosas desde el principio con diligencia”, es una pretensión virtual para que su propio Evangelio reemplazara aquellos “muchos” relatos. Por consiguiente, mientras que ni uno de aquellos “muchos” relatos ha sobrevivido las ruinas del tiempo, éste y los otros Evangelios canónicos viven, y vivirán, como los únicos vehículos aptos de aquellos hechos vivificadores que han hecho nuevas todas las cosas. Algunos evangelios apócrifos o espurios, apoyados por grupos enemigos a las verdades declaradas en los Evangelios canónicos, no han perecido; pero estos relatos sinceros y sustancialmente correctos aquí mencionados por Lucas, usados solamente mientras no hubiera mejores. por consentimiento tácito fueron absorbidos por los cuatro documentos incomparables, que de edad en edad, y con unanimidad asombrosa, han sido aceptados como la carta magna de toda la cristiandad.

1. a poner en orden—más sencillamente, “redactar un relato”—

2. desde el principio—eso es, de su ministerio público, como es evidente de lo que sigue—

3. desde el principio—eso es, de los acontecimientos más antiguos; refiriéndose a los detalles preciosos del nacimiento y la vida temprana, no sólo de nuestro Señor, sino también de su precursor, lo que debemos sólo a Lucas—por orden—o “consecutivamente”—en contraste tal vez con las composiciones desordenadas a las cuales se había referido. Pero en esto no hay que insistir demasiado; porque, al hacer comparación con los otros Evangelios, vemos que en algunos particulares no se observa estrictamente el orden cronológico en este Evangelio. oh muy buen Teófilo—o “más noble”, título de rango referido por este mismo escritor dos veces a Félix y una vez a Festo (Hechos 22:26; Hechos 24:3; Hechos 26:25). Es probable, pues, que “Teófilo” fuera el magistrado jefe de alguna ciudad en Grecia o Asia Menor. [Webster y Wilkinson].

4. Para que conozcas—“conozcas a fondo”—has sido enseñado—“oralmente enseñado”; lit. “catequizado”, o “enseñado por preguntas y respuestas”, como un catecúmeno, o candidato para el bautismo cristiano.

5-25. EL ANUNCIO DEL PRECURSOR.

5. Herodes—Véase la nota acerca de Mateo 2:1. la suerte de Abías—se refiere a las veinte y cuatro órdenes en que David dividió a los sacerdotes. Véase 1 Crónicas 24:1, 1 Crónicas 24:4, 1 Crónicas 24:10. De estas “suertes” o “repartimientos”, cuatro solamente regresaron del cautiverio (Esdras 2:34), las que fueron subdivididas otra vez en veinte y cuatro, reteniendo el nombre y orden de cada una. Cada orden se encargaba del servicio entero del templo durante una semana. su mujer, de las hijas de Aarón—Los sacerdotes podían casarse en cualquier tribu, pero “era muy loable que se casaran con mujeres del linaje sacerdotal”. [Lightfoot.]

6. mandamientos y estatutos del Señor—los unos expresando su obediencia moral, y los otros, la ceremonial. [Calvino y Bengel.] Cf. Ezequiel 11:20; Hebreos 9:1. Se ha negado que semejante distinción conociesen los judíos y los escritores del Nuevo Testamento. Pero Marco 12:33, y otros pasajes establecen la distinción fuera de toda duda.

7. Así fué con Abraham y Sara, Elcana y Ana, Manoa y su esposa.

9. salió en suerte a poner el incienso—La parte destinada a cada sacerdote en su semana de servicio era decidida por suerte. Tres eran empleados para ofrendar el incienso, para quitar las cenizas del servicio anterior; entrar y colocar sobre el altar el vaso lleno de carbones encendidos sacados del altar de holocaustos; y derramar el incienso sobre los carbones calientes; y, mientras subía el humo de él, hacer intercesión por el pueblo. Esta era la parte más distinguida del servicio (Apocalipsis 8:3), y esto es lo que le tocó a Zacarías en suerte esta vez. (Lightfoot).

10. estaba fuera orando—en el patio frente al templo propio, donde estaba el altar de holocaustos; los hombres y las mujeres en patios separados, pero el altar visible a todos. a la hora del incienso—el cual era ofrecido junto con los sacrificios matutinos y vespertinos todos los días; símbolo hermoso de la aceptabilidad del sacrificio ofrecido sobre el altar de holocaustos, con los carbones de cuyo altar era quemado el incienso (Levítico 16:12). Este a su vez era símbolo del “sacrificio vivo” de sus personas y sus servicios a Dios por los adoradores. De ahí el lenguaje del Salmo 141:2; Apocalipsis 8:3. Pero que la aceptación de esta ofrenda diaria dependía de la virtud expiatoria presupuesta en el sacrificio quemado, y que señalara el único “sacrificio de olor suave” (Efesios 5:2), es evidente por Isaías 6:6.

11. a la derecha—al lado sur, entre el altar y el candelabro, estando Zacarías al lado norte, frente al altar, mientras ofrecía el incienso. (Webster y Wilkinson). Pero ¿por qué allí? El lado derecho era el lado favorable. Mateo 25:33. [Schottgen y Wetstein en Meyer].

13. tu oración ha sido oída—sin duda, oración pidiendo posteridad de la cual, debido a algún presentimiento, todavía no se desesperaba. Juan—el mismo nombre como “Johanan”, tan frecuente en el Antiguo Testamento, que significaba “el don de gracia de Jehová”.

14. tendrás gozo—en efecto, tuvieron gozo (vv. 58, 66); pero el sentido es más bien: “Tendrán causa de regocijo”—resultaría para muchos un acontecimiento gozoso.

15. será grande delante de Dios—más cerca de él en rango oficial que todos los profetas. Véase la nota acerca de Mateo 11:10. no beberá vino, etc.—es decir, será un nazareo, o “un separado”, Números 6:2, etc. Así como el leproso era el símbolo viviente del pecado, así lo era el nazareo de la santidad; nada infamante debía cruzar sus labios; ninguna navaja había de tocar su cabeza; ninguna contaminación ceremonial había de ser contraída. Así él había de ser “santo al Señor (ceremonialmente) todos los días de su separación”. Esta separación era en casos ordinarios temporal y voluntaria; solo Samsón (Jueces 13:7), Samuel (1 Samuel 1:11) y Juan el Bautista eran nazareos desde su nacimiento. Fué propio que una severidad extrema de consagración legal fuese vista en el precursor de Cristo. El fué la REALIDAD y la PERFECCION del nazareo sin el símbolo, el cual pereció en aquella realización viviente de él: “Tal pontífice nos convenía: santo, inocente, limpio, apartado de los pecadores” (Hebreos 7:26). (Nuestros diccionarios del idioma español hacen una confusión lamentable entre “nazareo” y “nazareno”. Debido tal vez a esta confusión los pintores latinos, en sus retratos imaginarios de Jesucristo, lo pintan con cabello largo, y bien peinado. Pero Jesús no fué nazareo, sino nazareno, por haber sido criado en Nazareth. No creo que Jesús haya criado cabello largo al estilo de mujer. San Pablo en 1 Corintios 11:14, nos dice: “La misma naturaleza ¿no os enseña que al hombre sea deshonesto criar cabello?—Nota del Trad.) lleno del Espíritu Santo, aun desde el seno de su madre—vaso santo para servicio futuro.

16, 17. Reformador religioso y moral, como Elías, sería él (Malaquías 4:6, donde el “convertir el corazón del pueblo al Señor”, es tomado prestado de 1 Reyes 18:37). En ambos casos, su éxito, aunque grande, fué parcial, pues la nación no fué ganada. delante de él—delante del “Señor Dios de ellos”. v. 16. Comparando este versículo con Malaquías 3:1 e Isaías 40:3, es evidente “Jehová” en la carne del Mesías [Calvino y Olshausen] ante quien Juan había de ir como mensajero para anunciar su llegada, y como explorador para preparar su camino. con el espíritu—según el modelo—y virtud de Elías—no la virtud milagrosa de Elías, pues Juan no hizo milagros (Juan 10:41), sino en su virtud o poder de “convertir los corazones”, o con semejante éxito en su ministerio. Los dos llegaron en tiempos degenerados; los dos sin temor dieron testimonio a Dios; ni el uno ni el otro se hicieron ver mucho sino en el ejercicio directo de su ministerio; los dos estaban al frente de escuelas de discípulos; el éxito de ambos era parecido. padres a los hijos—tomado literalmente, esto quiere decir la restauración de la fidelidad paternal [Meyer, etc.], el decaimiento de la cual es el principio de la corrupción religiosa y social, mencionándose aquí un aspecto prominente del próximo avivamiento en lugar del todo. Pero lo que sigue, explicativo de esto más bien sugiere un sentido figurado. Si los “desobedientes” son “los hijos”, y a “los padres” pertenece “la sabiduría de los justos” [Bengel], el sentido será: “él traerá otra vez el espíritu antiguo de la nación a sus hijos degenerados”. [Calvino, etc.] Así Elías invocó al “Dios de Abraham, de Isaac y de Israel,” cuando buscaba volver “atrás el corazón de ellos” (1 Reyes 18:36). para aparejar, etc.—para tener en expectativa un pueblo preparado para recibir al Señor. Tal preparación requiere, en toda época y en toda alma, una operación semejante a la que se verificó por el ministerio del Bautista.

18. ¿En qué conoceré, etc.—María, sin pedir una señal, creyó lo que era mucho más difícil. Abrahán aunque más anciano, y sin duda Sara también, cuando le fué hecha la misma promesa, “tampoco en la promesa de Dios dudó con desconfianza; antes fué esforzado en fe, dando gloria a Dios”. En esto falló Zacarías.

19. Gabriel—que significa “varón de Dios”; el mismo que apareció a Daniel a la hora del incienso (Daniel 9:21), y a María, v. 26. que estoy, etc.—en calidad de asistente o cortesano. Cf. 1 Reyes 17:1.

20. mudo, y no podrás hablar—privado de la facultad de hablar, v. 64. ¡El pidió una señal, y ahora la recibió! hasta el día, etc.—véase la nota acerca del v. 64.

21. estaba esperando—para recibir de él la acostumbrada bendición, Números 6:23. se detuviese—No era habitual detenerse largamente en el templo, para que no se pensara que la venganza de Dios hubiera herido, por algún mal, al representante del pueblo. [Lightfoot].

22. quedó mudo—y sordo también, véase el v. 62.

24. se encubrió por cinco meses—hasta que el acontecimiento ya estuviese fuera de toda duda, y llegase a ser evidente.

26-38. LA ANUNCIACION DEL CRISTO. Véase la nota acerca de Mateo 1:18.

26. al sexto mes—del tiempo de Elisabet.

27. José, de la casa de David—véase la nota acerca de Mateo 1:16.

28. muy favorecida—palabra usada una vez más en las Escrituras (Efesios 1:6, pero traducida “hizo aceptos”); cf. v. 30: “Has hallado gracia cerca de Dios”. El error de la traducción en la Vulgata, “llena de gracia”, ha sido aprovechado ampliamente por la Iglesia Romana. Como la madre de nuestro Señor, ella fué la más “bienaventurada entre las mujeres” en distinción externa; pero que escuchen ellos las mismas palabras del Señor: “Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan”. Véase la nota acerca del cap. 11:27, 28.

31. El ángel expresamente ajusta su lenguaje a la famosa profecía de Isaías, cap. 7:14. [Calvino.]

32, 33. Este no es sino un eco de la sublime predicción, Isaías 9:6.

34. ¿Cómo, etc.—Esta no es la incredulidad de Zacarías: “¿En que conoceré esto?”, sino, aceptando como verdadero el hecho, ella pregunta: “¿Cómo va a ser esto, tan contrario a la ley nunca violada del nacimiento humano?” En lugar de reprensión, se responde, pues, a su pregunta en detalle misterioso.

35. El Espíritu Santo—véase la nota acerca de Mateo 1:18. virtud del Altísimo—la energía inmediata de Dios mismo transmitida por el Espíritu Santo, te hará sombra—palabra que sugiere cuán suave, mas con todo eficaz, sería este Poder [Bengel]; y su secreto misterioso, retirado, como por una nube, del examen humano. [Calvino]. lo Santo que nacerá—“aquel santo Descendiente tuyo”. por lo cual … Hijo de Dios—Que Cristo es el Hijo de Dios en su naturaleza divina y eterna, es evidente en todo el Nuevo Testamento; pero aquí vemos aquella filiación efloreciéndose en manifestación humana y palpable por nacer, mediante “el poder del Altisimo”, un Infante de días. No debemos ni pensar en una doble filiación, como hacen algunos, con violencia y sin fundamento, ni negar lo que aquí se expresa claramente: la conexión entre su nacimiento humano y su propia filiación personal.

36. Elisabet tu parienta—algunos traducen “prima”; pero el grado de parentezco la palabra no dice, ha concebido, etc.—esto para María fué una señal no pedida, en recompensa de su fe.

37. Porque ninguna cosa es imposible para Dios—refiriéndose a lo que fué dicho por el ángel a Abrahán en caso parecido. Génesis 18:14, para fortalecer la fe de ella,

38. ¡Una fe maravillosa en semejantes circunstancias!

39-56. LA VISITA DE MARIA A ELISABET.

39. a la montaña—la región montañosa que corre por el medio de Judea, de norte a sur. [Webster y Wilkinson]. con priesa—arrebatada por el anuncio hecho a ella, y por la noticia, ahora comunicada por primera vez, de la condición de Elisabet. a una ciudad de Judá—probablemente Hebrón (véase la nota acerca de Josué 20:7; Josué 21:11).

40. saludó a Elisabet—ahora regresada de su retiro, v. 24.

41. la criatura saltó—Por el v. 44 es claro que esta sensación materna fué algo extraordinario, una emoción de parte de la criatura inconsciente, en simpatía con la presencia de la madre de su Señor.

42-44. ¡Qué hermosa superioridad a la envidia tenemos aquí! Aunque la distinción concebida a ella fué alta, Elisabet la pierde de vista completamente, en la presencia de la que ha sido honrada todavía más; sobre quien, con su hijo todavía no nacido, en un éxtasis de inspiración, ella pronuncia una bendición, sintiendo como cosa maravillosa que “la madre de su Señor viniera a ella”. “Consideremos esto como queramos, nunca podremos ver la idoneidad de llamar Señor a una criatura no nacida, sino suponiendo que Elisabet, como los profetas de la antigüedad, estuviera iluminada para entender la naturaleza divina del Mesías” [Olshausen]. “La madre de mi Señor”, pero no “Mi Señora” (cf. cap. 20:42; Juan 20:28). [Bengel.]

45. Una bendición adicional sobre la virgen por causa de su implícita fe, en contraste tácito y delicado con su propio esposo Zacarías. porque, etc.—más bien, como en la margen, “que”.

46-55. Un cántico magnífico, en el cual el tono de la antigua canción de Anna, en circunstancias iguales, es tomado, y un poco modificado y sublimado. ¿Forzado será suponer que el espíritu de la bienaventurada virgen hubiera sido atraído de ante mano en simpatía misteriosa con las ideas y el tono de aquel himno, de suerte que cuando la vida y el fuego de la inspiración penetraban su alma, ésta espontáneamente absorbiera el coro de este cántico que enriquece los himnarios de las iglesias con aquella melodía inspiradora que desde entonces viene resonando desde sus templos? En ambos cánticos, aquellas mujeres santas, llenas de asombro al ver pasados por alto a los “soberbios, los poderosos, los ricos”, y, en sus propias personas a las más humildes escogidas para introducir los acontecimientos más grandes, cantan de esto no como de un movimiento caprichoso, sino de una gran ley del reino de Dios, por la cual él se deleita en “quitar los poderosos de los tronos, y levantar a los humildes.” En ambos cánticos el tono termina en CRISTO; en el de Anna bajo el nombre de “Rey de Jehová”, a quien, por todo su linaje, desde David hasta el Cristo mismo, él “dará fortaleza”; su “Mesías” cuyo cuerno ensalzará (1 Samuel 2:10); en el cántico de la virgen, es como la “ayuda” prometida a Israel por todos los profetas. mi alma … mi espíritu—“todas mis entrañas” (Salmo 103:1). mi Salvador—María, ¡pobre alma! nunca soño, vemos, con su propia “concepción inmaculada”, en el lenguaje ofensivo de los romanistas, ni tampoco con su propia vida inmaculada. Recibió a Israel su siervo—original, “ayudó”. Cf. Salmo 89:19, “He puesto socorro (ayuda) sobre el Valiente”.

55. Como habló a nuestros padres—El sentido requiere que esta cláusula sea leída como un paréntesis. (Cf. Miqueas 7:20; Salmo 98:3). para siempre—la perpetuidad del reino del Mesías, como prometida expresamente por el ángel, v. 33.

56. se quedó María con ella como tres meses—¡Qué techo más honrado fué aquel que, por tal período, abrigó a estas primas! y, sin embargo, ni un rastro de él ha de verse ahora, mientras que los hijos de aquellas dos mujeres, el uno solo el precursor honrado del otro, han hecho nuevo el mundo. volvió a su casa—en Nazaret, después de lo cual sucedió lo que se relata en Mateo 1:18.

57-80. EL NACIMIENTO Y CIRCUNCISION DE JUAN—EL CANTICO DE ZACARIAS, Y EL PROGRESO DEL NIÑO.

59. al octavo día—La ley (Génesis 17:12) se cumplía, aun cuando el octavo día después del nacimiento caía en día sábado (Juan 7:23; y véase Filipenses 3:5). le llamaban—lit. “le estaban llamando”; es decir, “estaban por llamarle” por el nombre de su padre. La costumbre de dar nombre a los niños en el bautismo (según los católicos y protestantes, se entiende. Nota del Trad.) tuvo su origen en la costumbre judía en la circuncisión (Génesis 21:3); y los nombres de Abram y Sarai fueron cambiados en su primera ejecución (Génesis 17:5, Génesis 17:15).

62. Y hablaron por señas—mostrando que Zacarías era sordo, como también mudo.

63. todos se maravillaron—de que él diera el mismo nombre que su esposa, no sabiendo ellos de alguna comunicación entre los dos sobre el asunto.

64. Y luego fué abierta su boca y su lengua—al mostrar así palpablemente su plena fe en la visión, por haber dudado, fué castigado con la mudez (vv. 13, 20).

65. fué un temor sobre todos—un asombro religioso; bajo la impresión de que la mano de Dios estaba en estos acontecimientos (cf. cap. 5:26; 7:16; 8:37).

66. Y la mano del Señor estaba con él—por señales especiales, que le indicaban como uno destinado para alguna obra grande (1 Reyes 18:46; 2 Reyes 3:15; Hechos 11:21).

68-79. No hay ni una palabra en este arranque de divino canto acerca de su hijo propio; como Elisabet, perdiendo él de vista a su propia persona, en la gloria de uno mayor que los dos.

68. Señor Dios de Israel—el antiguo Dios de pacto del pueblo escogido. visitado y hecho redención—es decir, visitado a fin de redimir; regresado después de larga ausencia, y roto su largo silencio (véase la nota acerca de Mateo 15:31). En el Antiguo Testamento se dice que Dios “visitaba” generalmente para juicio, en el Nuevo Testamento para misericordia. Todavía no tendría Zacarías sino ideas imperfectas acerca de tal “visitación y redención”, “salvación y libramiento de manos de enemigos” (vv. 71, 74). Pero esta fraseología del Antiguo Testamento, usada en el principio con una referencia inferior, cuando vista a la luz de un reino de Dios más elevado y más comprensivo, es igualmente adaptada para expresar los conceptos más espirituales de la redención que es en Cristo Jesús.

69. cuerno de salvación—es decir, “el poder de salvación”, o “Salvación poderosa”, queriendo decir el Salvador mismo, a quien Simeón llama “Tu Salvación” (cap. 2:30). La metáfora es tomada de aquellos animales cuya fuerza está en sus cuernos (Salmo 18:2; Salmo 75:10; Salmo 132:17). casa de David—Esto indica que María habría sido reconocida como del linaie real, independiente de José; de quien Zacarías, si algo sabía, no podría saber que después de esto reconocería a María.

70. desde el principio—o “desde el período más antiguo”.

72. Para hacer misericordia … acordándose de su santo pacto; 73. Del juramento … a Abraham—Toda la obra y el reino del Mesías son representados como una “misericordia” prometida por juramento a Abrahán y sus descendientes, a ser realizados en un período señalado; y al fin, en “el cumplimiento del tiempo”, gloriosamente cumplidos. Por lo tanto, no sólo la “gracia”, o la cosa prometida; sino la “verdad”, o fidelidad a la promesa, se dice que “vienen por Jesucristo” (Juan 1:17). Que nos había de dar, etc.—¡Cuán comprensiva es la vista dada aquí! (1). El propósito de toda redención: “que … le serviríamos”; es decir al “Señor Dios de Israel” (v. 68). La palabra significa servicio religioso distintivamente. “el sacerdocio en el Nuevo Testamento” [Bengel]. (2). La naturaleza de este servicio: “en santidad y justicia delante de él”. o, como en su presencia (cf. Salmo 56:13). (3). Su libertad: “librados de nuestros enemigos”. (4). Su intrepidez: “sin temor … le serviríamos”. (5). Su duración: “todos los días nuestros”.

76-79. He aquí los ecos finales del cántico; y muy hermosas son estas notas concluyentes, como la puesta del sol, librada, en efecto, de su brillo meridiano, mas cubriendo el horizonte con una luz undosa y temblante, como de oro candente, la cual el ojo se deleita en mirar, hasta que desaparezca de la vista. El cántico aquí no pasa de Cristo a Juan, sino sólo de Cristo directamente a Cristo como anunciado por el precursor, tú, niño—no “mi hijo”, perdiéndose la relación de este niño a sí en su relación a uno mayor que ambos. profeta del Altísimo serás llamado; Porque irás ante la faz del Señor—Como “el Altísimo” es epíteto en las Escrituras sólo del Dios supremo, es inconcebible que la inspiración aplicara este término, como aquí innegablemente, a Cristo, si él no fuera “Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos” (Romanos 9:5).

77. Dando conocimiento de salud—para sonar la nota de una “salvación” necesitada y provista, fué el noble cargo de Juan sobre todos los que le antecedieron; como lo es de todos los ministros subsiguientes de Cristo; pero infinitamente más elevada era ser la “Salvación” misma (v. 69, y cap. 2:30). Para remisión de sus pecados—Esto sella de una vez la naturaleza espiritual de la salvación aquí indicada, y lo explican los vv. 71, 74.

78. Por las entrañas de misericordia, etc.—la única fuente, necesariamente de toda salvación para los pecadores. de lo alto el Oriente etc., o Cristo mismo, como el “Sol de Justicia” (Malaquías 4:2), como levantándose sobre un mundo obscuro [Beza, Grocio, Calvino, De Wette, Olshausen, etc], o la luz que él irradia. El sentido, naturalmente, es el mismo.

79. (Cf. Isaías 9:2; Mateo 4:13). “Que San Lucas, de todos los evangelistas, hubiera conseguido y registrado estas expresiones de Zacarías y María, está en concordancia con su carácter y hábitos, como se indica en vv. 1-4.” [Webster y Wilkinson.]

80. Y el niño crecía, etc.—“Un párrafo final, indicando en toques llenos de grandeza, el desarrollo corporal y mental del Bautista, y trayendo su vida hasta el período de su presentación pública” [Olshausen] en los desiertos—probablemente “el desierto de Judea” (Mateo 3:1), a donde se retiró temprano en su vida, en el espíritu nazareo, y donde, libre de las influencias rabínicas y a solas con Dios, su espíritu sería educado, como Moisés en el desierto, para su futura vocación elevada. hasta el día que se mostró a Israel—la presentación de sí mismo ante la nación, como el precursor del Mesías.

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