El apóstol culpa aquí al demasiado grande cariño que los corintios tenían por los gentiles, que a veces los invitaban a sus fiestas religiosas, en las que se comían carnes que habían sido ofrecidas a los ídolos, y que escandalizaban tanto a los cristianos como a los gentiles. Para sacarlos de estas fiestas, les dice que son templos del Espíritu Santo y que, por consiguiente, no deben convertirse en templos de demonios comiendo de los sacrificios de demonios.

(Calmet) --- San Pablo, en este versículo y en los anteriores, muestra claramente que los fieles no deben frecuentar, en ningún caso, los tabernáculos de los que han abandonado la Iglesia. En la ley antigua, a Moisés se le ordenó que ordenara a los ancianos de Israel, por parte de Dios, que se apartaran de las tiendas de esos hombres malvados, para que no se vieran envueltos en sus pecados. (Números XVI, 27.)

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