Los poderes milagrosos del Todopoderoso conferidos en las primeras edades [siglos] de la Iglesia, para el establecimiento y propagación de la fe, se volvieron luego menos frecuentes, ya que había menos necesidad de ellos; pero nunca han sido totalmente retirados, como algunos pretenden, ni ha pasado una sola época desde la de los apóstoles hasta nuestros días, en la que varios de los más evidentes y estupendos milagros no se han realizado en la Iglesia Católica.

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