Hebreos 2:1-18

1 Por lo tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos.

2 Pues si la palabra dicha por los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución,

3 ¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? Esta salvación, que al principio fue declarada por el Señor, nos fue confirmada por medio de los que oyeron,

4 dando Dios testimonio juntamente con ellos con señales, maravillas, diversos hechos poderosos y dones repartidos por el Espíritu Santo según su voluntad.

5 Porque no fue a los ángeles a quienes Dios sometió el mundo venidero del cual hablamos.

6 Pues alguien dio testimonio en un lugar diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que tengas cuidado de él?

7 Le has hecho por poco tiempo menor que los ángeles; le coronaste de gloria y de honra;

8 todas las cosas sometiste debajo de sus pies. Al someter a él todas las cosas, no dejó nada que no esté sometido a él. Pero ahora no vemos todavía todas las cosas sometidas a él.

9 Sin embargo, vemos a Jesús, quien por poco tiempo fue hecho menor que los ángeles, coronado de gloria y honra por el padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.

10 Porque le convenía a Dios — por causa de quien y por medio de quien todas las cosas existen — perfeccionar al Autor de la salvación de ellos, por medio de los padecimientos, para conducir a muchos hijos a la gloria.

11 Pues tanto el que santifica como los que son santificados, todos provienen de uno. Por esta razón, él no se avergüenza de llamarlos hermanos

12 diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre; en medio de la congregación te alabaré.

13 Y otra vez: Yo pondré mi confianza en él. Y otra vez: He aquí, yo y los hijos que Dios me dio.

14 Por tanto, puesto que los hijos han participado de carne y sangre, de igual manera él participó también de lo mismo para destruir por medio de la muerte al que tenía el dominio sobre la muerte (este es el diablo),

15 y para librar a los que por el temor de la muerte estaban toda la vida condenados a esclavitud.

16 Porque ciertamente él no tomó para sí a los ángeles sino a la descendencia de Abraham.

17 Por tanto, era preciso que en todo fuese hecho semejante a sus hermanos a fin de ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel en el servicio delante de Dios, para expiar los pecados del pueblo.

18 Porque en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.

EL PELIGRO DE DESCUIDAR LA TAN GRANDE SALVACION, PUBLICADA PRIMERO POR CRISTO, A QUIEN—NO A LOS ANGELES—FUE SUJETADA LA NUEVA DISPENSACION; AUNQUE FUE POR UN TIEMPO HUMILLADO, REBAJADO MAS QUE LOS ANGELES, ESTO SE EFECTUO POR LA NECESIDAD DIVINA PARA NUESTRA SALVACION.

1. Por tanto—Por cuanto Cristo, el Mediador del nuevo pacto, es tan superior a los ángeles, los mediadores del antiguo. con más diligencia—el griego, “más abundantemente”. oídocosas por Dios habladas (1:1), y por el Señor (v. 3). escurramos—es decir, no sea que las pasemos a la deriva (4:1).

2. Véase el v. 3. Argumento a fortiori. dicha por los ángeles—La ley mosaica fué hablada por la administración de ángeles (Deuteronomio 33:2; Salmo 68:17; Hechos 7:53; Gálatas 3:19). Cuando se dice en Éxodo 20:1 que “Dios habló”, quiere decir que habló por ángeles como portavoces, o al menos que los ángeles repetían a unísono con la voz de Dios las palabras del decálogo; mientras que el evangelio fué hablado primero por el Señor. fué firme—El griego, “fué confirmada”; cumplida a fuerza de penas impuestas por las violaciones. rebelión—transgresión, el malhacer; es decir, sobrepasar los límites: abierta violación de órdenes. desobediencia—descuido, dejar de hacer el bien: violación negativa de la palabra hablada. retribuciónDeuteronomio 32:35.

3. nosotros—los que hemos recibido el mensaje de la salvación tan claramente presentado (Deuteronomio 12:25). salud tan grande?—salvación, encarnada en Cristo, cuyo nombre mismo significa salvación, que incluye no sólo la liberación de los enemigos y de la muerte, y las grandes bendiciones temporales (que la ley promete a los obedientes), sino también la gracia del Espíritu, el perdón de los pecados, y la promesa del cielo, la gloria y la vida eterna (v. 10). La cual—“por cuanto es una salvación que comenzó a ser …” publicada por el Señor—el instrumento de su publicación. No como la ley, hablada por instrumentalidad de ángeles (v. 2). Tanto la ley como el evangelio vinieron de Dios; la diferencia aquí mentada estriba en la respectiva instrumentali dad de su promulgación (v. 5). Los ángeles lo reconocen por “el Señor” (Mateo 28:6; Lucas 2:11). confirmada—para nosotros, no por penas impuestas, como se confirmó la ley, sino por los dones espirituales (v. 4). por los que (le) oyeron—compárese Lucas 1:2. Aunque Pablo tuvo de Cristo una revelación especial e independiente (Gálatas 1:16, Gálatas 1:19), con todo se pone en la misma clase con aquellos judíos a quienes se dirige: “hasta (o para) nosotros”; porque para muchos detalles (verbi gracia, la agonía en el Getsemaní,Gálatas 5:7), Pablo como ellos dependía de la confirmación presencial de los apóstoles. Del mismo modo, los discursos de Jesús, el Sermón del Monte, la primera proclamación del evangelio del reino por el Señor (Mateo 4:17), él pudo conocerlos sólo por el informe de los doce. Al decir: “Más bienaventurada cosa es dar que recibir” (Hechos 20:35), Pablo relata lo que ellos habían oído más bien que lo que habían visto en conformidad con lo que empezó diciendo (vv. 1, 2). Propiamente en sus epístolas a los gentiles, hace hincapié en su llamamiento independiente al apostolado a los gentiles; en su Epístola a los Hebreos, se apoya en los apóstoles que largo tiempo estuvieron con el Señor (Hechos 1:21; Hechos 10:41): asimismo en su sermón a los judíos en Antioquía de Pisidia (Hechos 13:31); y “sólo invoca el testimonio de estos apóstoles de manera general, a fin de poder hacer llegar a los hebreos al Señor solo” [Bengel], no para hacerse partidario de apóstoles individuales, como Pedro el apóstol de la circuncisión, o Jacobo el obispo de Jerusalén. Este texto enseña que esta Epístola se dirige primordialmente a los hebreos de las iglesias de Palestina y Siria (o a aquellos dispersos de Asia Menor [Bengel], 1 Pedro 1:1, o de Alejandría); pues a ningunos otros se podría tan bien decir que el evangelio fuera confirmado para ellos por los testigos oculares del Señor; el tiempo pretérito, “fué confirmado”, denota que ya había pasado bastante tiempo desde esta confirmación por dichos testigos.

4. con ellos—Dios también (así como Cristo, v. 3) testificando de la salvación publicada, se unió en la confirmación. señales y milagros—hechos por Cristo y sus apóstoles. “Señales” y milagros, u otros hechos se toman por pruebas de una misión divina; “maravillas” son milagros vistos como prodigios que causan admiración, maravilla (Hechos 2:22, Hechos 2:33); poderes son milagros vistos como evidencia de poder sobrehumano. diversas maravillasGriego, “variados poderes (milagrosos)” (2 Corintios 12:12) concedidos a los apóstoles después de la ascensión. repartimientos—El don del Espíritu Santo fué hecho a Cristo sin medida (Juan 3:34), mas a nosotros es distribuído en varias medidas y operaciones (Romanos 12:3, Romanos 12:6, etc.; 1 Corintios 12:4). según su voluntad—La voluntad libre, soberana de Dios, que asigna un don del Espíritu a uno, y otro a otro (Hechos 5:32; Efesios 1:5).

5. Porque—en confirmación de lo aseverado en el v. 2 y 3, de que el nuevo pacto fué hablado por uno superior a los mediadores del antiguo, es decir, los ángeles. Nótese el énfasis del orden griego: “Porque no a ángeles sujetó …” el mundo venidero—Indica que sí sujetó a ángeles el mundo actual, la dispensación del Antiguo Testamento (existente hasta entonces cuanto a su “armazón”), v. 2, los reinos políticos de la tierra (Daniel 4:13; Daniel 10:13, Daniel 10:20; Daniel 12:1), y los elementos naturales (Apocalipsis 9:11; Apocalipsis 16:4), y aun a los individuos (Mateo 18:10). “El mundo venidero” es la nueva dispensación introducida por Cristo, principiada en gracia aquí, para ser terminada en gloria en el más allá. Se llama “venidero”, o “que está por ser”, pues, cuando por decreto divino fué sujetado a Cristo, era aún cosa del futuro, y todavía lo es para nosotros tocante a su plena consumación. Cuando a la sujeción de todas las cosas a Cristo en cumplimiento del Salmo 8, la realización está aún “por venir”. Mirado desde el punto de vista del Antiguo Testamento, que contempla proféticamente al Nuevo Testamento—y el sacerdocio judaico y el ritual del Antiguo Testamento estaban en vigor aún cuando Pablo escribió, y así siguió hasta su forzada abrogación por la destrucción de Jerusalén—, es el “mundo por venir”; Pablo, hablando a judíos, así lo llama con propiedad, según la manera convencional de ellos de denominarlo. Nosotros, como ellos, todavía oramos: “Venga tu reino”; pues su manifestación en gloria es aún futura. “Este mundo” se usa en parangón para expresar la condición actual caída del mundo (Efesios 2:2). Los creyentes pertenecen al presente curso del mundo, pero por fe se elevan en el espíritu hasta el “mundo venidero”, haciéndolo una realidad presente, pero interior. Con todo, en el presente mundo natural y social, los ángeles son los gobernadores mediatos bajo Dios, en un sentido; no así en el venidero: en él el hombre y el Hijo del hombre, Cabeza del hombre, han de ser supremos. Por lo tanto, mayor reverencia se tributaba a los ángeles en el Antiguo Testamento que en el Nuevo; pues la naturaleza del hombre es ahora, en Cristo, exaltada, de modo que los ángeles son ya nuestros “hermanos siervos” (Apocalipsis 22:9). Ellos en sus ministraciones ocupan un puesto diferente del que ocupaban para con nosotros en el Antiguo Testamento. Nosotros somos “hermanos” de Cristo en una intimidad que ni los ángeles gozan (vv. 10-12, 16).

6. empero—No es a ángeles que el reino evangélico está sujeto, “pero …” Testificó … uno—La manera usual de citar la escritura a los conocedores de ella. El Salmo 8:5 alaba a Jehová, porque él ha engrandecido al HOMBRE al punto de sujetar a él todas las obras de Dios en la tierra: perdida esta dignidad por el primer Adán, es realizada solamente en Cristo el Hijo del hombre, el Hombre representativo y Cabeza de nuestra raza redimida. Así comprueba Pablo que es al hombre, y no a ángeles, a quien Dios ha sujetado al “mundo venidero”. En los vv. 6-8, se habla del HOMBRE en el sentido general; luego en el v. 9 se introduce a JESUS primero como quien cumple como hombre todas las condiciones de la profecía, y que pasa él mismo por la muerte, y como consecuencia nos trae a nosotros los hombres, sus “hermanos”, a “gloria y honra”. ¿Qué …—¡Cuán insignificante en sí, pero cuán exaltado por la gracia de Dios! (Véase Salmo 144:3). El hebreo, Enosh y Ben-Adam, expresan el hombre y el hijo del hombre en su flaqueza; “hijo del hombre” se aplica a cualquiera y todo hijo de hombre, en condición semejante, al parecer, de señor de la creación, tal cual era una vez (Génesis 1 y 2) y tal cual debe llegar a ser (Salmo 8), y tal cual lo es efectivamente por título, y cual ha de ser después más plenamente en la persona y en unión con Jesús, preeminentemente el Hijo del hombre (v. 9). te aceurdas de él?—como de un ausente. visitas?cuidas como de uno presente.

7. un poco—No como dice Bengel, “un poco de tiempo”. que los ángeles—El hebreo (Salmo 8:5), “que Dios”, Elohim, en plural, es decir, las cualidades abstractas de Dios, tales como poseen los ángeles en forma inferior, o sea, de naturalezas celestiales, espirituales, incorpóreas. El hombre en su original creación, fué puesto en segundo término, bajo ellos. Así el hombre Jesús, no obstante ser Señor de ángeles, cuando se despojó de las formas exteriores de su divinidad (véase Nota, Filipenses 2:6), estaba en su naturaleza humana “un poco inferior a los ángeles”; aunque esto no es la referencia primordial aquí, sino que es el hombre en general. Coronástele—como el real vicegerente ordenado de Dios sobre esta tierra (Génesis 1 y 2). Y pusístele sobre las obras de tus manos—texto omitido en algunos de los manuscritos más antiguos; incluído en otros y en las versiones más antiguas: así el Salmo 8:6, “Hicístele enseñorear de las obras de tus manos”.

8. (1 Corintios 15:27.) Porque en cuanto—Es decir que por cuanto Dios dijo en el Salmo 8 que sujetó “todas las cosas debajo de los pies de él” (el hombre), las cosas antes mencionadas, “nada dejó …” Como ninguna limtiación aparece en las sagradas escrituras, dichas “todas las cosas” deben incluír las celestiales así como las terrenales (1 Corintios 3:21). mas aun—En la actualidad, todavía no vemos todas las cosas sujetadas, puestas debajo de los pies del hombre.

9. Empero—Todavía no vemos al hombre enseñoreándose de todas las cosas, sino “más bien a aquel … que fué hecho un poco menor que los ángeles” (Véase Lucas 22:43) lo vemos (por la fe: este verbo vemos es diferente del del v. 8, el que expresa la impresión que reciben pasivamente los ojos de los objetos circunstantes; mientras que contemplamos o miramos, expresa la dirección y la intención deliberada de uno respecto de algo que trata de ver: así el griego en el 3:19 y 10:23), a saber, “a Jesús a causa del padecimiento de la muerte, de gloria y honra coronado”. Ya está coronado, invisible a nosotros, salvo por la fe; más adelante todas las cosas le quedarán sujetas visible y plenamente. La razón de su exaltación es “por haber sufrido él la muerte” (v. 10; Filipenses 2:8). para que por gracia de Dios—(Tito 2:11; Tito 3:4). La lección de Orígenes, “que él sin Dios” (es decir, haciendo a un lado su divinidad; o bien, a favor de todos menos Dios; o acaso aludiendo al haber sido “desamparado” temporalmente, como el cargador del pecado, por el Padre en la cruz) no está apoyada por los manuscritos. “Para que” se relaciona con “coronado de gloria”, y así su exaltación después de los padecimientos es el perfeccionamiento o consumación de su obra (v. 10) a nuestro favor; sin ella su muerte hubiera sido ineficaz; con ella y de ella, mana el resultado de que él gustara la muerte eficazmente por (a favor de, en bien de) todos los hombres. El está coronado como la Cabeza en el cielo de toda nuestra común humanidad, presentando su sangre como la defensa todo prevaleciente por nosotros. Esta coronación arriba hace aplicable su muerte a todo hombre individual (nótese bien el singular: no meramente “por todos los hombres”),Tito 4:14; Tito 9:24; 1 Juan 2:2, Joel 2:2. gustase la muerte—denota su sufrimiento personal de la muerte: muerte del cuerpo, y muerte (espiritual) del alma, al haber sido abandonado por el Padre. “Como el médico prueba, gusta, los remedios para animar al enfermo a tomarlos, así Cristo, cuando todos temían la muerte, a fin de persuadirlos a tener valor al hacerle frente, la gustó él mismo, aunque él no tenía necesidad [Crisóstomo.] (vv. 14, 15).

10. Porque—La razón por qué “la gracia de Dios” requería que Jesús “gustase la muerte”. convenía—el plan entero (no sólo no era derogatorio, ofensivo a Dios, sino que) era en alto grado propio y decoroso para Dios, aun cuando la incredulidad lo considera vergonzoso. [Bengel.] Es una respuesta a los judíos, a los cristianos hebreos, a todos los que impacientes por la demora del prometido advenimiento de la gloria de Cristo, estaban en peligro de la apostasía, tropezando en el Cristo crucificado. Los cristianos jerosolimitanos en particular estaban expuestos a este peligro. Este plan de la redención era tal que armoniza perfectamente con el amor, la justicia y la sabiduría de Dios. por cuya causa—a saber, de Dios el Padre (Romanos 11:36; 1 Corintios 8:6; Apocalipsis 4:11). En Colosenses 1:16, lo mismo se dice de Cristo. todas las cosas—El griego:el universo de cosas”, “las cosas todas”. Por “Dios” emplea la perífrasis “aquel por cuya causa … por el cual son todas las cosas”, para señalar lo propio que era el sufrimiento de Cristo como la manera de su “perfeccionamiento” como “Autor (Capitán) de nuestra salvación”, puesto que la suya era la manera que plugo a aquel cuya voluntad y cuya gloria son el fin de todas las cosas, y por cuya operación todas las cosas subsisten. habiendo de llevar—El pretérito del griego: habiendo llevado como llevó, es decir, en su propósito electivo (véase “Sois hijos”, es decir, en los propósitos de él, Gálatas 4:6; Efesios 1:4), propósito que se realiza en Jesús, en su perfeccionamiento mediante sus aflicciones, padecimientos. muchos—(Mateo 20:28). “La Iglesia” (v. 12), “la asamblea general” (Mateo 12:23). hijos—ya no hijos como bajo la ley del Antiguo Testamento, sino hijos por la adopción. a la gloria—para participar de la gloria de Cristo (v. 9; Juan 17:10, Juan 17:22, Juan 17:24; Romanos 8:21). La filiación, la santidad (v. 11), y la gloria, están inseparablemente unidas (2 Timoteo 2:10). La salvación presupone la destrucción, nuestra salvación de ella requiriendo los “sufrimientos” de Cristo. hiciese consumado—llevase a la gloria consumada, por medio de los padecimientos como camino ordenado que lleva a ella. “El que padece por otro, no sólo beneficia a aquél, sino que él mismo se pone más contento y más perfecto”. [Crisóstomo.] Llegando hasta el fin de las aflicciones y hasta la meta gloriosa: metáfora de los concursos de juegos públicos. Véase “Acabado es” (Lucas 24:26; Juan 19:30). Prefiero, con Calvino, entender “hacer perfecto como sacrificio consumado”: perfección legal y oficial, no moral, es el signifciado: “consagrar” (así se traduce el mismo griego en el 7:28) por la terminada expiación de su muerte como nuestro perfecto Sumo Sacerdote y así nuestro “Capitán de la salvación” (Lucas 13:32). Esto concuerda con el v. 11, “el que santifica”, es decir, los consagra por el hecho de que él fué hecho ofrenda consagrada a favor de ellos. Así el 10:14, 29; Juan 17:19 : por el perfeccionamiento de su consagración por ellos en su muerte, él perfecciona la consagración de ellos, y así abre de par en par el acceso a la gloria (Juan 10:19 : el 5:9; 9:9 concuerdan con este sentido). al autor—Vale decir, Principe guiador; como Josué, no Moisés, guió al pueblo a la Tierra Santa, así nuestro Josué, Jesús, nos guiará a la herencia celestial (Hechos 13:39). El mismo vocablo griego está en el 12:2, “Autor de nuestra fe”. “Autor de la vida”, Hechos 3:15. “Principe y Salvador”, Hechos 5:31. El va delante de todos por su ejemplo, como es también el Originador de nuestra salvación.

11. el que santifica—Cristo, quien una vez por todas consagra a su pueblo a Dios (acercándolos a él en consecuencia, Judas 1:1) y a gloria eterna, con haberse consagrado por ellos, siendo hecho perfecto (como el sacrificio expiatorio de ellos) por medio del padecimiento (v. 10; Hechos 10:10, Hechos 10:14, Hechos 10:29; Juan 17:17, Juan 17:19). Dios, por su amor electivo, por la obra acabada de Cristo, perfectamente los santifica al servicio de Dios y al cielo una vez por todas; después son progresivamente santificados por medio del Espíritu transformador. “La santificación es la gloria que obra en embrión; la gloria es la santificación nacida y manifestada”. [Alford]. los santificadosgriego, “los que están siendo santificados”. (Véase el uso de “santificados” en 1 Corintios 7:14). de uno—de Dios, el Padre: no en el sentido en que él es Padre de todos los seres, como los ángeles, porque éstos están excluídos por el argumento (v. 16); pero él es Padre de sus hijos humanos espirituales: Cristo la Cabeza y hermano mayor, y su pueblo creyente, miembros de su cuerpo, de su familia. Este y los versículos siguientes tienen por fin justificar el haber dicho él “muchos hijos” (v. 10). “De uno” no significa “de un padre Adán”, ni “de Abrahán”, como suponen Bengel y otros, porque la participación del Salvador de la bajeza de nuestra humanidad no se menciona hasta el v. 14, y entonces como consecuencia de lo que precede. Además, “hijos de Dios”, según el uso de las Escrituras, es la dignidad obtenida por nuestra unión con Cristo; y nuestra fraternidad con él viene del hecho de que Dios es su Padre de él y el nuestro. La filiación de Cristo (por engendramiento) en relación con Dios, se refleja en la filiación (por la adopción) en sus hermanos. no se avergüenza—aunque él es Hijo de Dios, puesto que ellos ya obtuvieron por la adopción igual dignidad, de modo que su majestad no se compromete cùando él fraterniza con ellos (1 Corintios 11:16). Un marcado rasgo del cristianismo es que unifica tan asombrosos contrastes como “nuestro hermano y nuestro Dios”. [Tholuck]. “Dios hace de los hijos de los hombres, hijos de Dios, porque Dios ha hecho del Hijo de Dios, hijo de hombre”. [Agustín, sobre el Salmo 2.]

12. (Salmo 22:22). El Mesías anuncia el nombre del Padre, no conocido plenamente como el Padre de Cristo, y por tanto Padre de ellos, sino después de la crucifixión (Juan 20:17), entre sus hermanos (“la Iglesia”, eso es, la congregación), para que ellos a la vez le alaben (Salmo 22:23). En el v. 22 del Salmo 22, que empieza con el clamor de Cristo, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” y detalla minuciosamente sus aflicciones, pasa de sus padecimientos a su triunfo, prefigurados en la experiencia de David. alabaré—como director del coro (Salmo 8:2).

13. confiaré en él—De la versión de los Setenta, Isaías 8:17, que precede al texto siguiente, “He aquí, yo y los hijos …” Se objeta a la expresión “y otra vez”, que comúnmente introduce una cita nueva, mientras que éste es uno y el mismo texto. Sin embargo, no vale la objeción, puesto que las dos proposiciones expresan distintas ideas. “Yo confiaré en él” expresa su confianza filial en Dios como su Padre, a quien huye de sus sufrimientos, y no sufre chasco; lo que imitan sus hermanos creyentes confiando sólo en el Padre por medio de Cristo, y no en sus propios méritos. “Cristo demostró esta confianza, no por sí mismo, puesto que él y su Padre son uno, sino por su propio pueblo” (v. 16). Cada auxilio nuevo que le era dado le aseguraba, como les asegura a ellos, la ayuda para el futuro, hasta que fuese ganada la victoria completa sobre la muerte y el infierno (Filipenses 1:16). [Bengel]. He aquí, yo y los hijos—(Isaías 8:18.) “Hijos” (v. 10), “hermanos” (v. 12) y “niños” (v. 13, paidía, no huioí) expresan su derecho de propiedad sobre ellos desde la eternidad. Habla de ellos como niños, sin serlo ellos en realidad, pero así considerados en sus propósitos; y los presenta ante Dios el Padre para que sean glorificados juntamente con él. Isaías (que significa “salvación de Jehová”) representaba figurativamente al Mesías, que es a la vez Padre e Hijo, Isaías y Emanuel (Isaías 9:6). Expresa su resolución de confiar, él y sus hijos, no en el rey de Asiria como Acaz y los judíos, en contra de la confederación de Peka, de Israel, y Rezín, de Siria, sino en Jehová; y luego predice la liberación de Judá por Dios, en lenguaje que encuentra su plena realización de tipo sólo en la liberación mucho más grande por el Mesías. Cristo el Profeta antitípico, asimismo, en lugar de los objetos de confianza humanos de su edad, confía él mismo, y con él los hijos de Dios el Padre (que son por tanto hijos de él, y así los antitípicos hijos de Isaías, aunque son tenidos aquí por “hermanos” de él: véase “Padre”, Isaías 9:6; y “su simiente”,Isaías 53:10), guiados por él, confían plenamente en Dios para la salvación. Las palabras y hechos de todos los profetas cumplen su tipo en el gran Profeta (Apocalipsis 19:10), así como su oficio real está representado típicamente en el de los reyes teocráticos; y su oficio sacerdotal lo está en los tipos y ritos del sacerdocio aarónico.

14. El que fué manifestado ser “Capitán (Guía, Jefe) de la salvación” para los “muchos hijos”, confiando y sufriendo como ellos, debe por tanto venir a ser hombre como ellos, para que su muerte sea eficaz para ellos [Alford]. los hijosPaidia, niños (v. 13), existentes en su eterno propósito, no en efecto. participaron—Han sido participantes, todos en común, en el propósito de él. de carne y sangre—Los manuscristos más antiguos tienen “sangre y carne”. El elemento interior y más importante, la sangre, como vehículo más inmediato del alma, se pone antes del elemento más palpable, la carne; también, con referencia al vertimiento de la sangre de Cristo, para consumar el cual él entró en comunión con nuestra vida corpórea. “La vida de la carne está en la sangre; es la sangre la que hace propiciación por el alma” (Levítico 17:11). él tambiénparaplesios, de un modo algo parecido, no del todo de la misma manera; porque él, al desigual de ellos, fué concebido y nació sin pecado (Levítico 4:15). De manera semejante, no en mera semejanza de cuerpo, como enseñaban los herejes docetistas. participó—La herencia perdida era (según la ley judaica) rescatada por el pariente más cercano; así Jesús vino a ser nuestro pariente más cercano por su humanidad asumida, a fin de ser nuestro Redentor. para … por la muerte—que no podría haber sufrido como Dios, sino sólo haciéndose hombre. No por la omnipotencia sino “por su muerte” (así el griego) venció la muerte. “Jesús, sufriendo la muerte, venció; Satanás, sembrando la muerte, sucumbió” [Bengel]. Así como David cortó la cabeza a Goliat con la misma espada del gigante con la cual éste solía ganarse las victorias. Viniendo para redimir al hombre, Cristo se hizo en cierto sentido el lazo para destruír al diablo; porque en él había su humanidad para atraer hacia sí al devorador, su divinidad para traspasarlo, su aparente debilidad para provocarlo, poder escondido para fulminar al hambriento destruidor. Dice el epigrama latino: “Mors mortis morti mortem nisi morte tulisset, Aeternae vitae janua clausa foret”. Si la muerte mediante la muerte no hubiese llevado a muerte la muerte de la muerte, la puerta de la vida eterna hubiera sido cerrada. destruir—es decir, “hacer impotente”, quitarle todo el poder de dañar a su pueblo. “Para hacer cesar al enemigo, y al que se venga” (Salmo 8:2). El mismo verbo griego se emplea en 2 Timoteo 1:10 : “Abolió la muerte”. No hay muerte ya para los creyentes. Cristo implanta en ellos simiente inmortal, el germen de la inmortalidad celestial, aunque los creyentes tienen que sufrir la muerte natural. imperio—poder; Satanás es, “fuerte” (Mateo 12:29). de la muerte—denota que la muerte misma es un poder que, una vez extraña a la naturaleza humana, ahora se enseñorea de ella (Romanos 5:12; Romanos 6:9). El poder que la muerte tiene lo maneja Satanás. El autor del pecado es el autor de las consecuencias del pecado. Compárese “toda fuerza del enemigo” (Lucas 10:19). Satanás adquirió sobre el hombre (por la ley de Dios, Génesis 2:17; Romanos 6:23) el poder de la muerte mediante el pecado del hombre, siendo la muerte el verdugo del pecado, y el hombre le “cautivo lícito” de Satanás. Jesús, muriendo, ha hecho suyo aquel morir (Romanos 14:9), y así ha quitado la presa al poderoso. El poder de la muerte era manifiesto; quien manejaba dicho poder, escondido bajo el mismo, se declara aquí, a saber, Satanás. “Por la envidia del diablo entró la muerte en el mundo” (Wis 2:24).

15. temor de la muerte—aun antes de experimentar su poder efectivo. por toda la vida—Tal vida apenas puede llamarse vida. sujetos a servidumbre—es decir, “súbditos de servidumbre”; no meramente expuestos a ella, sino encadenados en ella (Romanos 8:15; Gálatas 5:1). Compárese con esta servidumbre, la gloria de “hijos” (v. 10) “La servidumbre”, dice Aristóteles’ “es vivir como uno no elige; “la libertad, vivir como uno escoge”. Cristo, al librarnos de la maldición divina contra nuestro pecado, ha quitado a la muerte todo aquello que la hacía formidable. La muerte, vista aparte de Cristo, no puede sino horrorizar al pecador si éste se atreve a pensar en ella.

16. ciertamentegriego, “Porque como todos sabemos”; “porque como sin duda concederéis”. Pablo probablemente se refiere a Isaías 41:8; Jeremias 31:32, versión de los Setenta, textos por los cuales los judíos bien sabrían que lo que aquí está afirmado respecto del Mesías era lo que los profetas les hicieron esperar. no tomó—más bien, “No es a los ángeles a quienes está ayudando (tiempo presente, que indica duración), sino es a la simiente de Abrahán a la que está ayudando”. El verbo significa ayudar a uno tomándolo de la mano, como se dice en 8:9; así corresponde a socorrer (v. 18) y a librar (v 15): no “a los ángeles”, que no tienen carne ni sangre, sino a los hijos, que sí las tienen: él los sostiene con su mano para ayudarlos, mediante su participación de las mismas (v. 14). Sea cual fuere el efecto de la obra de Cristo sobre los ángeles, no les extiende la mano para ayudarlos con sufrir él en la naturaleza de ellos para librarlos de la muerte, como en el caso nuestro sí. simiente de Abraham—Trata la redención de Cristo (en obsequio a los hebreos, a quienes se dirige y como suficiente para su propósito inmediato) con referencia a la simiente de Abrahán, la nación judía, en primer término; no que excluya a los gentiles (v. 9, “por todos”), los que son, si son creyentes, espiritualmente simiente de Abrahán (véase el v. 12; Salmo 22:22, Salmo 22:25, Salmo 22:27), sino referencia directa a ellos, como en Romanos 4:11, Romanos 4:16; Gálatas 3:7, Gálatas 3:14, Gálatas 3:28, no vendría al caso en el presente argumento. Es el mismo argumento que usa Mateo apoyando el que Jesús es el Cristo al escribir su evangelio para los hebreos, trazando la genealogía de Jesús desde Abrahán, el padre de los judíos y aquel a quien fueron dadas las promesas, de las cuales los judíos en especial se enorgullecían (Romanos 9:4).

17. Por lo cualGriego, “de donde”, como en el discurso de Pablo en Hechos 26:19. en todo—en todas las cosas incidentales al ser humano: nacer, ser alimentado, desarrollarse, sufrir. El pecado no es, en la constitución original del hombre, un acompañante necesario del ser humano; él pues no tuvo pecado. debía—por la necesidad moral, en atención a lo que la justicia y el amor de Dios requerían de él como Mediador (Hechos 5:3), oficio que él voluntariamente había asumido a fin de “ayudar” al hombre (v. 16). sus hermanos—(v. 11)—“La simiente de Abrahán” (v. 16), y así también la simiente espiritual, sus elegidos de entre toda la humanidad. venir a ser … Pontífice—Fué llamado pontífice, sumo sacerdote, “hecho perfecto por lo que sufrió” (v. 10; Hechos 5:8). Lo fué hecho en efecto cuando penetró dentro del velo, de donde procede su constante intercesión sacerdotal a nuestro favor. Su muerte, como hombre, debe intervenir primero para que la introducción de la sangre en el lugar santo celestial siguiese, en lo que consiste la expiación de sumo sacerdote. misericordioso—al “pueblo”, que merecía la ira a causa de los “pecados”. La misericordia es el primer requisito del sacerdote, dado que su oficio es para ayudar a los desgraciados y levantar a los caídos: tal misericordia se hallará con más probabilidad en uno que tenga sentimiento piadoso para con los afligidos, afligido alguna vez él mismo (Hechos 4:15); no que al Hijo de Dios le faltara ser enseñado a ser misericordioso por el sufrimiento, pero a fin de salvarnos él debió asumir nuestra condición humana con todas las aflicciones, haciéndose así apto por la condolencia experimental con nosotros, para ser nuestro compasivo Sumo Sacerdote, y asegurándonos su absoluta simpatía con nosotros en toda nuestra tristeza. Así observa Calvino en general sobre este punto. fiel—fiel a Dios (Hechos 3:5) y al hombre (Hechos 10:23) en el oficio de mediador que ha emprendido. Pontífice—(Sumo Sacerdote) que no lo fué Moisés, aun cuando fué fiel. Sólo en el Salmo 110, Malaquías 6:13 y en esta Epístola es Cristo llamado expresamente Sacerdote. En ésta sola se discute ex profeso su sacerdocio; por lo cual es evidente cuán necesario es este libro en el Nuevo Testamento. En el Salmo 110 y en Malaquías 6:13 está también la mención del reino de Cristo, mentado muy a menudo en otras partes sin el sacerdocio. Sobre la cruz, donde como Sacerdote ofreció el sacrificio, tuvo inscripto el título de “Rey” [Bengel]. para expiar los pecados—El griego, “hacer propiciación respecto del pecado”. Es la justicia divina la que debe ser “propiciada”; por lo tanto, para que no se pensara que el sacrificio de Cristo, o los sacrificios legales, tipos de aquél, fuesen antecedentes de la gracia y amor de Cristo, ni aquél ni éstos se dice en el Antiguo Testamento ni en el Nuevo que hayan “propiciado” a Dios; de otro modo se podría haber pensado que los sacrificios de Cristo hubiesen inducido a Dios a amar y a apiadarse del hombre, y no lo contrario (que es la realidad), que su amor ha originado el sacrificio de Cristo por medio del que la divina justicia y el divino amor se armonizan. Por medio de aquel sacrificio el pecador llega a gozar el favor de Dios, perdido por el pecado; de modo que su súplica propia es: “Dios, sé propicio (así el griego) a mí el pecador” (Lucas 18:13). Los pecados traen la muerte y el “temor de la muerte” (Lucas 2:15). Cristo mismo no tuvo pecado, e “hizo reconciliación por la iniquidad” de todos los demás (Daniel 9:24). del pueblo—“la simiente de Abrahán” (v. 16); el Israel literal primero, y luego (en los designios de Dios), por medio de Israel, los gentiles creyentes, el Israel espiritual (1 Pedro 2:10).

18. Porque—la explicación de cómo el que él fuera hecho como sus hermanos en todo, le ha hecho misericordioso y fiel Sumo Sacerdote para nosotros (v. 17). en cuantogriego “en lo que … padeció”, en ello puede socorrer. Habiendo sido tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados en la misma tentación; y por cuanto “fué tentado (probado y afligido) en todo”, en todos los puntos, puede (por el poder de la simpatía) socorrernos en todas las posibles tentaciones y pruebas comunes al hombre (1 Pedro 4:16; 1 Pedro 5:2). El es el Salomón antitípico, que tiene para cada grano de la simiente de Abrahán (innumerables como la arena del mar), “anchura de corazón como la arena que está a la orilla del mar” (1 Reyes 4:29). “No sólo como divino conoce nuestras pruebas, sino también como hombre las conoce por el sentir de la experiencia”.

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