San Pablo, al ver que Festo solo buscaba una súplica para deshacerse de su causa, poniéndola en manos del Sanedrín, apela al César. De acuerdo con las reglas ordinarias de la jurisprudencia, las apelaciones solo se presentan después de que se pronuncia la sentencia; pero los ciudadanos romanos tenían el privilegio de anticipar la sentencia, cuando el juez hacía algo contrario a la justicia; como evidentemente Festo hizo en este caso, al desear entregar a Pablo, un ciudadano romano, al tribunal de sus enemigos declarados, los judíos.

El apóstol sabía que estaba seguro al hacer esta apelación: como la ley romana declaraba a los gobernadores provinciales violadores de la paz pública, quienes debían huelga, o encarcelaban, o mataban a un ciudadano romano, eso apelaba al emperador. (Calmet) --- Por eso Plinio envió algunos cristianos a Roma por esta misma razón, como él mismo escribe en sus epístolas. (Lib. X. Ep. 97.) Fuerunt alii similis amentiæ, quos, quia cives Romani erant, annotavi in ​​urbem remittendos.

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