No ... te has ahorrado este daño y esta pérdida que te has causado al no seguir mi consejo. (Witham) --- Toda la compañía, consternada y esperando cada hora la muerte, no pensó en comer carne. Porque parece que no querían provisiones y nada más los obligaba a ayunar. (Calmet) --- Es admirable la dulzura del discurso que les dirigió san Pablo en esta ocasión. No mezcla ninguna reprimenda severa por su pasada falta de confianza en sus palabras, sino que solo parece preocupado por sus creencias futuras.

Al decirles que ninguno de ellos debe perecer, no hace una mera conjetura, sino que habla con conocimiento profético; y, si él dice que todos le fueron entregados, no fue para realzar su propio mérito, sino para comprometer su fe y confianza en su veracidad. (San Juan Crisóstomo, Act. Hom. Lii.)

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