El Espíritu sopla donde quiere. La traducción protestante tiene el viento: y así lo exponen San Juan Crisóstomo y San Cirilo en este versículo; como si Cristo comparara los movimientos del Espíritu Santo con el viento, del cual los hombres pueden dar tan poca cuenta, de dónde viene o adónde va. Sin embargo, muchos otros, como San Agustín, San Ambrosio y San Gregorio, comprenden esta expresión del Espíritu Santo, de quien sólo se puede decir con propiedad que respira donde quiere. (Witham)

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