Y entrando en la casa. Varios de los Padres en sus homilías, representan a los sabios adorando a Jesús en el establo y en el pesebre. otros, con San Juan Crisóstomo, se dan cuenta de que antes de su llegada, Jesús podría ser trasladado a alguna casita de Belén. --- Postrándose o postrándose, lo adoraron, no sólo con un culto civil, sino iluminado por inspiración divina, lo adoraron y adoraron como su Salvador y su Dios.

--- Oro, incienso y mirra. [2] Los buceadores de los antiguos Padres se dan cuenta del significado místico de estas ofrendas; que por oro se significaba el tributo que le pagaban a él, como a su rey; por incienso, que él era Dios; y por la mirra (con la que solían embalsamarse los cadáveres) que ahora también se convirtió en un hombre mortal. Véase St. Ambrose lib. 2. en Luc. Cap. ii .; S t.

Gregory & c. (Witham) --- La Iglesia canta, "hodie stella Magos duxit ad præsepium", pero no es probable que la Santísima Virgen permanezca tanto tiempo en el establo abierto, y menos, porque la multitud, que impidió a José de encontrando alojamiento entre sus parientes o en las caravanas públicas, habían regresado a sus propios hogares. (Estius) --- Lo adoraban. Por tanto, también en la eucaristía se debe adorar a Cristo.

Porque no tiene importancia bajo qué apariencia se complazca en darse a nosotros, ya sea la de un hombre perfecto, un niño mudo como aquí, o bajo la apariencia de pan y vino, siempre que sea evidente que él está allí; porque de cualquier manera o lugar en que aparezca, él es verdadero Dios, y solo por eso debe ser adorado. Frívola es la objeción de ciertos sectaristas, que Cristo no se da a sí mismo a nosotros en la bienaventurada eucaristía para ser adorado, sino para ser comido.

Porque Cristo no estaba en Belén, ni descendió del cielo para ser adorado: nos dice en el capítulo xx. de Mateo, ver. 28, que el Hijo del Hombre no vino para ser ministrado, sino para ministrar; sin embargo, fue adorado en la tierra, incluso mientras estaba en su estado mortal, por los magos, por sus discípulos, por el ciego que fue curado de su ceguera, etc. &C. "Imitemos a los magos. No lo ves ahora en el pesebre, sino en el altar; no una mujer sosteniéndolo, sino el sacerdote presente, y el Espíritu Santo derramado abundantemente sobre el sacrificio". (San Juan Crisóstomo, hom. Xxiv. En 1 Cor. Hom. Vii. De Sancto Philog.)

[BIBLIOGRAFÍA]

Aurum, etc. Pulcherrime, dice San Jerónimo en este lugar, Juvencus Munerum Sacramenta comprehendit, Así, Aurum, Myrrham, Regique, Hominique, Deoque,

Dona ferunt. Ver San Ambrosio en Luc. lib. ii. Cap. ii. San Gregorio hom. X. en Evang. &C.

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