Jesús quiso manifestar cierta debilidad corporal, derivada de su continuo ayuno, para que el diablo se atreviera a tentarlo; y después de un ayuno de 40 días y 40 noches tuvo hambre. (Haydock) --- Cristo conocía bien los pensamientos del malvado demonio y su gran deseo de tentarlo o probarlo. El diablo había aprendido que había venido al mundo por los cánticos de los ángeles en su nacimiento, y por la boca de los pastores y de S.

Juan el Bautista. Ayunar 40 días sin tener hambre, ciertamente estaba muy por encima de la fuerza del hombre, pero tener hambre en cualquier momento es incompatible con Dios; por lo cual nuestro bendito Salvador, para no declarar manifiestamente su divinidad, tuvo hambre después. (San Hilario) --- En este ejemplo, así como en el de Moisés y Elías, quienes también ayunaron 40 días, el ayuno de Cuaresma fue instituido por los apóstoles, y debe ser observado necesariamente de acuerdo con el consentimiento general de los padres antiguos.

San Jerónimo (ep. Liv. Ad Marcel.) Dice, ayunamos 40 días, o hacemos una Cuaresma en un año, según la tradición de los apóstoles. San Agustín (serm. Lxix.) Dice, por la debida observancia de la Cuaresma, los malvados son separados de los buenos, los infieles de los cristianos, los herejes de los católicos. Nuestro Salvador ayunó 40 días, no porque lo necesitara, como nosotros, para someter a los miembros rebeldes del cuerpo, que luchan contra el espíritu, sino para dar ejemplo para nuestra imitación.

(Haydock) --- Otra razón podría ser evitar los comentarios cautivos de los judíos, quienes podrían objetar que él todavía no había hecho lo que el fundador de su ley, Moisés, y después de él Elías, habían hecho. (Palacius en Mat.)

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