Los herejes, dice San Agustín, citan las Escrituras, como lo hace el diablo aquí, en un sentido equivocado y forzado; la Iglesia los cita, como Jesucristo, en su verdadero sentido, y para refutar su falsedad. (Cont. Lit. Petil. Lib. Ii. Cap. 51.) Es por esta razón que la Iglesia Católica desea que las personas que vienen al estudio del libro más misterioso y difícil jamás publicado, traigan consigo alguna preparación de mente y corazón; convencido de que el abuso del mejor y más fuerte alimento puede convertirse en un veneno mortal.

Los promotores de las sociedades bíblicas han publicado en Irlanda un tratado para fomentar la lectura universal de las Escrituras, como única regla de fe. En esto dan no solo una versión mutilada y corrupta de la carta de su difunto Santidad Pío VI. al ahora arzobispo de Florencia (que se puede ver en la cabecera de esta edición de la Biblia), pero ciertas cartas de jansenistas alemanes, a quienes se describe como buenos católicos. (Haydock)

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