Los limpios de corazón son aquellos que se entregan a la práctica de todas las virtudes y no tienen conciencia de ningún mal, o aquellos que están adornados con la virtud de la caridad. Porque nada es tan necesario como esta pureza en el deseo de ver a Dios. Mantengan la paz con todos y la castidad, dice San Pablo, porque sin esto nadie puede ver a Dios. Muchos son misericordiosos con los pobres y justos en sus tratos, pero no se abstienen del lujo y la lujuria.

Por tanto, nuestro Salvador, deseando mostrar que la misericordia no era suficiente, añade que si queremos ver a Dios, también debemos poseer la virtud de la pureza. (San Juan Crisóstomo, hom. Xv.) Por esto, tendremos nuestro corazón exento de todo amor desordenado por las criaturas, y estaremos apegados exclusivamente a Dios. (Haydock) --- Los limpios de corazón, es decir, los que están limpios de pecado: los que son puros de cuerpo y mente, dice San Juan Crisóstomo. Parece ser una advertencia particular para los judíos, quienes en su mayoría estaban preocupados por una limpieza exterior y legal. (Witham)

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