Ser pacíficos nosotros mismos y con los demás, y unir a los que están en desacuerdo, nos dará derecho a ser hijos de Dios. Así seremos elevados a una participación en el honor del unigénito Hijo de Dios, que descendió del cielo para traer paz al hombre y reconciliarlo con su Creador ofendido. (San Juan Crisóstomo, hom. XV.)

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