Porque somos salvos por la esperanza, como es la voluntad de Dios, esperando y esperando con paciencia las cosas que no hemos visto, que ni ojo vio, ni oído oyó, etc. (1 Corintios ii. 9.) --- Y el espíritu también ayuda en nuestra enfermedad ... nos pide con gemidos indecibles. [4] Si entendemos esto de acuerdo con la exposición común, del espíritu divino del Espíritu Santo, el sentido es, dice S.

Agustín, que el Espíritu Santo nos haga pedir: pero podemos comprender el espíritu de Dios y su gracia, difundidos en nuestras almas, y en particular ese don del Espíritu Santo, llamado espíritu de oración, dado a los nuevos cristianos, que les enseñó qué pedir y cómo orar. Ver San Juan Crisóstomo. (Witham)

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