Y en el séptimo día Dios terminó la obra que había hecho; y reposó el día séptimo de toda su obra que había hecho. La obra de la creación no se extendió hasta el séptimo día, sino que terminó al atardecer del sexto día, que marcó el comienzo del séptimo. Dios dedicó el séptimo día a descansar después de la actividad creadora de los días anteriores. No es que Dios estuviera cansado, o que ahora se apartara del mundo para dedicarse por completo al disfrute de la dicha del cielo, sino que la obra de la creación había terminado.

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