Oh Sion, que traes buenas nuevas, siendo considerada la congregación del Señor como un evangelista que proclama el mensaje del Evangelio, sube a la montaña alta, desde donde su voz se podía escuchar a lo largo y ancho. Oh Jerusalén, que traes buenas nuevas, que el paralelismo resalta la urgencia de la llamada, alza con fuerza tu voz, en melodías triunfales, en un anuncio alegre; levántalo, no temas, pusilánime a causa del sentimiento de indignidad; di a las ciudades de Judá, a todos los que han pasado por una tribulación similar a la de la madre: ¡ He ahí a vuestro Dios! El cuadro es el de la liberación del cautiverio babilónico, pero su aplicación completa presupone las condiciones del Nuevo Testamento.

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