el evangelio dando fruto

Colosenses 1:1

Los santos son hombres de fe, porque su santidad se deriva de Cristo, pero también son hombres fieles y no traicionarán su confianza. La gracia es el saludo griego y la paz el hebreo. Podemos hacer mucho con aquellos a quienes deseamos corregir o instruir, si comenzamos elogiando todo lo que es digno de ser elogiado. Así, el Apóstol se regocija en las evidencias de la trinidad de las gracias cristianas: fe, esperanza y amor.

Su libro de oraciones estaba lleno de intercesión. Uno se maravilla de los logros de este hombre extraordinario que, además de sus viajes, labores, escritos y fatiga por su pan de cada día, tuvo tiempo para tan abundante oración.

Hay una nota de triunfo en su referencia a la recepción dada al evangelio en todo el mundo. El puñado de maíz en la cima de las montañas ya comenzaba a temblar como el Líbano. Parecía como si la victoria estuviera asegurada; y si tan solo la Iglesia hubiera poseído a más hombres como él, el mundo se habría salvado de algunas tristes experiencias. Note la humildad no afectada del Apóstol al clasificar a Epafras consigo mismo como su amado compañero de servicio en la casa de Dios.

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