1 Tesalonicenses 1:4

I. El Apóstol muestra en estos versículos en qué fundamento su conocimiento se basaba en su convicción de la elección de los tesalonicenses, el hecho y el modo de haber sido escogidos por privilegios y deberes. Estaba plenamente convencido de ello, tanto por motivos subjetivos como objetivos. El poder y la seguridad con que él y sus colaboradores predicaron en Tesalónica, por una parte, y el entusiasmo y gozo con que escuchaban los habitantes de la ciudad, por otra, eran para él evidencias de la gracia divina obrando tanto en oradores y oyentes, pruebas de que Dios los ha destacado por encima de otros para su favor y servicio.

Él reconoció la presencia y la energía del Espíritu Santo. Tal era su entusiasmo sagrado, que sintió que sus propias palabras eran mucho más que la mera expresión de un espíritu humano serio que luchaba por impresionar a los demás; para ser en verdad nada menos que las palabras urgentes del Espíritu mismo, el Espíritu de toda la verdad, testificando a través de él, a favor de Cristo y Su salvación.

II. La otra evidencia aducida por el conocimiento de Pablo sobre la elección de la Iglesia de Tesalónica es su selección por privilegio y deber. El primero fue subjetivo, la libertad, la plenitud y el poder del Espíritu Santo con el que sintió que les había predicado. La otra es objetiva, la disposición entusiasta y gozosa con la que habían recibido su predicación. El haber sido elegidos por Dios se demuestra por el hecho de que ellos mismos eligieron el Evangelio de Dios como se les ofreció.

"Mucho sufrimiento", de hecho, en sí mismo no prueba nada con respecto al carácter y los logros cristianos. Pero mucho sufrimiento con gozo en el Espíritu Santo sí lo hace. El creyente sabe que la vía dolorosa que debe recorrer es un camino de verdadera alegría cuando reconoce los pasos de su Salvador en ella. Melanchthon solía escribir en los cuadernos de notas de sus alumnos "Kreutzesweg Lichtweg el camino de la cruz el camino de la luz"; y fue uno de los dichos favoritos de Lutero: "Si Cristo usó una corona de espinas, ¿por qué sus seguidores experimentarían solo una corona de rosas?" La corriente de la vida cristiana tiene dos corrientes, distintas pero unidas, de tribulación y gozo, siempre siguiendo su curso, turbado y tranquilo hacia el océano de la eternidad más allá.

J. Hutchison, Lectures on Thessalonians, pág. 25.

Referencias: 1 Tesalonicenses 1:5 . Spurgeon, Sermons, vol. xi., núm. 648; E. White, Christian World Pulpit, vol. xviii., pág. 344; Homilista, segunda serie, vol. vii., pág. 102.

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