Juan 14:3

Con Cristo por siempre

I. Todo este pasaje está bellamente calculado para colocar en sus proporciones correctas la esperanza que todo el mundo siente de encontrar de nuevo en el cielo a los que se han ido antes que nosotros, y la única y satisfactoria anticipación de estar con Cristo. Me siento persuadido de que muchos tienen demasiado miedo de insistir en la idea de que nos conozcamos, nos amemos y nos disfrutemos unos a otros en el futuro. Creo que, si se entiende correctamente, el peligro reside más en pensar demasiado poco en ello que en magnificarlo demasiado. ¿No hemos de conocer todas las cosas para saberlo como somos conocidos, y si todas las cosas, ciertamente los unos a los otros?

II. Pero quizás el verdadero error y confusión de pensamiento está en esto, que no conectamos e identificamos a los santos, como deberíamos, con Cristo. Ahora bien, es un misterio profundo, pero es un hecho muy cierto, que Cristo no es un Cristo completo sin sus miembros. Conocemos y admiramos a Cristo en cada uno de Sus miembros, y en cada uno de Sus miembros en Cristo, por lo que el mismo hecho del reencuentro de los difuntos, que algunos piensan que el texto contradice, es promovido y establecido por el texto. , y está realmente en las palabras cuando Cristo dice: "Para que donde yo estoy, vosotros también estéis".

III. Creo que el enfoque más cercano que podemos hacer a la idea de gloria se encuentra en el texto. Que cualquier hijo de Dios tome lo que la presencia sentida de Cristo ha sido en su alma, en su estación más favorecida de comunión espiritual. Que conciba ese dulce éxtasis librado de sus zuecos multiplicado por mil y perpetuado para siempre y entonces esta, ninguna imagen de color o forma, lugar o circunstancia, será la aproximación más cercana que pueda hacer a una verdadera imaginación del mundo. estado celestial.

Verá cuán independiente se vuelve la felicidad eterna de aquellas cosas en las que el corazón natural generalmente hace que consista; y cómo hay suficiente, y más que suficiente, para la eternidad en esa única seguridad: "Donde yo estoy, vosotros también estaréis".

J. Vaughan, Cincuenta sermones, quinta serie, pág. 31.

Referencia: Juan 14:5 ; Juan 14:6 . HP Liddon, Christmastide Sermons, pág. 18.

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