Juan 2:15

"La casa de mi padre".

I. En este pasaje encontramos a nuestro Señor, en primera instancia, desconectando, desconectando celosamente, todas las cosas temporales de las espirituales; esforzándonos por acabar con ese espíritu mundano que entra en nuestras cosas santas. Ahora, en la letra de la cosa, no estamos en peligro en la actualidad de ningún paralelo exacto con lo que atrajo la reprensión indignada de nuestro Salvador sobre aquellos que guardaban el mercado, y vinieron con bestias y dinero dentro del recinto de los judíos. Templo.

Sin embargo, no olvidemos nunca que, ante Dios, la vida interior del pensamiento es tan real como la vida exterior de la acción. Por lo tanto, los pensamientos en la casa de Dios son tan reales para nuestro Padre Celestial como cualquier acto puede serlo. Si, dentro de los muros sagrados, pensar en transacciones seculares es reprensible a los ojos de Dios, ¿cuál de nosotros no es presentado culpable ante Su ojo omnisciente?

II. El deseo de Cristo era purificar Su casa espiritual. Es por la pureza de esa Iglesia que nuestro bendito Señor y Maestro está tan ansioso, y por la cual Él ora, y por la cual Él derramó Su Sangre; y por el cual ahora, en el cielo, intercede; y por el cual Él espera Su Segunda Venida. Hay una maravillosa profecía en Malaquías 3:1 : "El Señor, a quien buscáis, vendrá de repente a Su Templo, el Mensajero del Pacto, en quien os deleitáis.

... pero, ¿quién puede soportar el día de su venida? "En este versículo notarás que el Señor que ha de venir a su templo ha de venir como el deleite de los judíos, y ha de venir de repente. El Señor ha venido de repente. con motivo de mi texto. Él apareció de repente entre los judíos, quienes entonces lo despreciaron, pero no vino como el Señor en Su gloria. Pero Él ha de venir de nuevo a Su Iglesia; y si, como creemos, en restauración de los judíos a su propio país, ellos levantarán de nuevo el templo de Ezequiel, luego en el templo de Ezequiel, literalmente, el Señor mismo vendrá, el Mensajero del Pacto, en quien se deleitarán. No como el hijo del carpintero, sino como el Señor en su gloria, y vendrá, y vendrá a purificar.

J. Vaughan, Cincuenta sermones, segunda serie, pág. 171.

Referencias: Juan 2:16 . Revista homilética, vol. VIP. 262; Ibíd., Vol. xi., pág. 211; JM Neale, Sermones para el año cristiano, vol. i., pág. 161.

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