Juan 4:15

Es evidente que el método de Cristo con el samaritano fue primero despertar un interés, un deseo, una conciencia al principio vaga, pero cada vez más y más clara de que había una condición más allá de ella que, lo hubiera sabido antes o no, realmente ella. necesarios para hacerla feliz, y que, si quisiera, podría alcanzar. Porque pueden estar seguros de esto, que alguna medida de esperanza es esencial para todo verdadero arrepentimiento y conversión.

I. Hay un regalo, hay un Dador, un regalo para que el Dador lo dé, y un Dador para dar el regalo. Podría haber sido de otra manera. La mejor parte del regalo es que el Dador se pone a Sí mismo en el regalo. Todo es gratis, todo se puede obtener con solo pedirlo; y por tanto, si alguno no es feliz es porque no conoce el don o porque no conoce al Dador.

II. La verdadera fuente del ser cristiano está en el trono de Dios. Es un Jesús una vez crucificado y ahora ascendido, de quien, en gloria, fluyen todas las corrientes de vida. En lo más íntimo del corazón del hombre corren las corrientes de vida de las heridas del Jesús glorificado; y allí, como un depósito profundo, se atesora la gracia de Dios, en comunicación con Cristo en los cielos; y de allí, pensamientos felices santos, pensamientos purificadores; pensamientos de fuerza y ​​sabiduría; pensamientos de amor, abnegación y cielo; Los pensamientos de Jesús, cada gota que huele a su fuente, siempre brotan en el hombre.

La mujer sabía lo suficiente de todo esto como para darse cuenta, simplemente consciente, de que había algo a lo que ella era una extraña que Jesús tenía que dar, y que sería mucho mejor para ella que todo lo que ahora estaba trabajando y por lo que trabajaba como esclava. Y ella dijo: "Señor, dame de esta agua, que no tenga sed, ni venga acá a sacarla". Veamos cómo se puso de pie. (1) Había perdido, o al menos estaba perdiendo, la confianza en sus propios recursos.

El pozo ya no era para ella lo que era antes; estaba pensando menos, si no lo pensaba mal. (2) Ella estaba consciente, estaba esperando y anhelaba lo que le dijeron, y lo que ella creía, sería satisfactorio. (3) Todo lo que ella buscaba lo buscaba de la mano de Aquel que podía dárselo.

J. Vaughan, Sermones, tercera serie, pág. 173.

Referencias: Juan 4:15 . HW Beecher, Christian World Pulpit, vol. ii., pág. 155; Spurgeon, Sermons, vol. xiii., No. 770.

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