Mateo 5:29

Este es uno de los textos que la masa de la humanidad, si lo confiesa, siente más bien como un golpe cuando lo lee. Lo sienten como un texto en el que les sería desagradable pensar mucho. Se sienten dispuestos a pasarlo por alto con la esperanza general de que nunca actuarán en contra de él, evitando cualquier consideración directa de lo que les reclama. La razón es evidente.

I. El texto sugiere la idea general de tener que hacer sacrificios definidos, distintos y, a veces, incluso repentinos y agudos por el bien de la religión. Nos gusta una perspectiva fácil y cómoda que tenemos ante nosotros, así como un regalo agradable; y esta perspectiva, aunque en realidad no nos la ha quitado, es algo modificada por este pensamiento, y sentimos que la solidez y permanencia de nuestro mundo aquí está algo sacudida.

II. Pero este no es, después de todo, el relato principal del significado peculiar y formidable del texto; por eso se relaciona principalmente con el futuro, y se preocupa por las posibilidades, mientras que no es necesario ir al futuro ni a las posibilidades para descubrir la aplicación peculiar del texto y la razón de su fuerza. De la redacción vemos de inmediato que su relación principal está en el presente. "Si tu ojo derecho o tu mano te fuere ocasión de caer", dice; es decir, si te ofenden ahora, el tiempo está presente, lo que ocasiona el acto, y la exigencia del tratamiento, existe ahora.

III. El texto se encuentra en la oposición más directa e intransigente a lo que es simplemente la actitud más apreciada de la mente humana hacia el pecado. Nos dice que no debemos suponer que podemos alentarnos a nosotros mismos en aproximaciones a cualquier indulgencia especial a la que nos sentimos atraídos, y no tener nada del pecado de ello. Todos esos enfoques y manipulaciones del pecado son pecado, y enervan y corrompen la mente, destruyen su sencillez y sencillez y la apartan de Dios.

IV. Con respecto a la forma en que debe suponerse que el texto opera en la vida ordinaria, (1) el texto implica que los hombres tienen algún conocimiento de sí mismos y observan sus propias debilidades y las malas tendencias de sus mentes. (2) Debemos aislarnos tan fuerte y decididamente como sea posible de todas las vías y enfoques de nuestros pecados particulares. Debemos mantenernos cuidadosamente fuera del camino de la tentación. El texto está en armonía con la petición del Padre Nuestro: "No nos metas en tentación, mas líbranos del mal".

JB Mozley, Sermones parroquiales y ocasionales, pág. 1.

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