Romanos 10:14

Los oponentes de la "fe en el oído" están acostumbrados a hablar muy bien de las fuentes generales de iluminación, la perspectiva de la creación sin nosotros y la luz de la conciencia en el interior.

I. En cuanto a lo primero, su universalidad y perpetuidad, como una revelación de la deidad a la humanidad, contrastan completamente con el sistema cristiano. Si Dios interfiriera en absoluto, sostienen, sería mediante algún agente universal, simple, general y obvio, como las leyes de Su creación visible. Sonríen ante la idea de que la mayor exhibición de Dios de su voluntad para con el hombre se lleve a cabo en el teatro reducido de una provincia insignificante y se haga dependiente de las oportunidades del testimonio humano.

Pero, ¿qué pasa si respondemos que esas mismas leyes de la naturaleza "en gran escala" han hecho que se olvide a Dios? Es la permanencia y uniformidad de las leyes naturales de la creación lo que ha seducido a los hombres al ateísmo especulativo y aún más práctico; es la perfección misma de las leyes lo que ha ocultado al legislador. Los hombres se aferran siempre al objeto más cercano: en la ley pierden al legislador; o, lo que es más irracional, hacer legislador de la ley y deificar el mundo.

II. La ley de la conciencia. El sistema del evangelio sobrepasa todo remedio rival, porque trae los afectos para reforzar la conciencia. ¿Es esto para degradar la dignidad de la virtud? Lo es, tan verdaderamente como cuando el padre virtuoso enseña a su hijo descarriado a amar las virtudes convenciéndolo para amar a su maestro. ¿Es esto degradar la majestad de la ley para develar la adorable benevolencia de Aquel que es su personificación viviente? ¿Es una debilidad guardar la ley por amor a Aquel que dio la ley? Burla orgullosa y cruel, que se congela en desesperación, con el pretexto de endurecerse hasta la fortaleza, que prohíbe a los enfermos ser curados en cualquier término que no sea el que los sanos pueden usar, y rechaza un remedio porque es curativo, lo que nos engañaría a morir de hambre en medio de la generosidad,

W. Archer Butler, Sermones, primera serie, pág. 343.

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