Y él dijo: El SEÑOR vino de Sinaí, y se levantó de Seir a ellos; resplandeció desde el monte de Parán, y vino con diez millares de santos; de su diestra salió una ley de fuego para ellos.

Ver. 2. Fue una ley de fuego por ellos. ] Este fuego en el cual la ley fue dada, y será requerida, todavía está en él y nunca se apagará; de ahí esos terrores que destella en toda conciencia que ha sentido remordimiento por el pecado. El corazón de todo hombre es un Sinaí y se le parece tanto al cielo como al infierno. "El aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado es la ley". 1 Cor 15:56

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