Y fueron todos los días que vivió Adán novecientos treinta años, y murió.

Ver. 5. Novecientos treinta años. ] Hasta el año cincuenta y seis del patriarca Lamec. Durante todo ese tiempo sin duda instruyó a sus buenos sobrinos en todas aquellas grandes cosas que él mismo había aprendido de la boca de Dios, y "demostró" en su propia experiencia "cuál era la buena, santa y agradable voluntad de Dios". Rom 12: 2 Además, de su boca, como de una fuente, fluyó toda la doctrina, la disciplina, la habilidad y la sabiduría útiles que hay en el mundo.

Y él murió. ] Esto no es en vano tan a menudo reiterado en este capítulo; porque hay en nosotros por naturaleza una presunción secreta de inmortalidad, y difícilmente se nos puede sacar de ella a golpes. Que todos deben morir, todos cederán; pero para que pueda vivir todavía, al menos un día más, no hay más que esperanzas. Podemos ver la muerte en la frente de otros hombres, pero no en nuestro propio pecho. Debe hacer una entrada a la fuerza y ​​entrar violentamente.

Dios debe "cortar" a los hombres "en dos", διχοτομησει , Mat 24:51 y arrancar sus almas de sus cuerpos, antes de que se rindan para morir. Los mejores son demasiado atrasados, y no estarían “desnudos, sino vestidos”, 2 Cor. 5: 4 si tuvieran su voluntad. El mismo Moisés ora: “Señor, enséñanos a contar nuestros días, para que apliquemos”, o, como dice el hebreo, para que hagamos que “nuestro corazón” llegue a “la sabiduría”.

”Sal 90:12 Haz que vengan, quieran o no; porque, naturalmente, se quedan atrás y no llegarían a ningún acuerdo de ese tipo. Por tanto, cuán necesario es que se nos diga que Adán murió, que Set, Enós y Cainán murieron, etc. que esto sea como una escritura en la pared, para decirnos que también debemos morir y llegar a juicio.

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