Entonces dijo Jesús: Padre, perdónalos; porque no saben lo que hacen. Y partieron sus vestidos y echaron suertes.

Ver. 34. Padre, perdónalos ] Mira la dulce misericordia de Cristo, atento y cuidadoso con sus enemigos cuando los dolores del infierno se apoderaron de él, y ellos, como tantos demonios que respiran, lo atormentaban. Pendebat et tamen petebat, dice Agustín. Fue asesinado por ellos y, sin embargo, suplicó por ellos.

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