No hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.

Ver. 19. Por el bien, etc. ] La naturaleza, como Eva y la esposa de Job, siempre nos aleja de Dios. Mientras el barquero lanza el remo y mira la orilla hacia su casa, donde estaría, llega una ráfaga de viento que lo lleva de regreso; así es con un cristiano. La corrupción, incitada por una tentación, se apodera de la colina y del viento y, sobre tales ventajas, prevalece con demasiada frecuencia.

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