Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.

Porque el bien que quiero, no lo hago; mas el mal que no quiero, eso hago. No hay nada mejor como comentario sobre este versículo que las siguientes observaciones de Hedge: "Los numerosos pasajes citados por los comentaristas para ilustrar este y los versículos anteriores (ver Grotius y Wetstein), aunque pueden arrojar luz sobre el lenguaje, expresan sentimientos muy diferentes a los del apóstol. Cuando un hombre impenitente dice que se arrepiente de sus pecados, puede expresar el estado real de sus sentimientos; sin embargo, el significado de este lenguaje es muy diferente cuando proviene de un hombre verdaderamente contrito. La palabra "pesar" expresa una multitud de sentimientos muy diferentes. Del mismo modo, cuando los hombres malvados dicen que aprueban lo bueno, mientras persiguen lo malo, su aprobación es algo muy diferente de la aprobación de Pablo hacia la ley de Dios. Y cuando Séneca llama a los dioses como testigos, diciendo "que lo que quiere, no lo quiere" (quod volo me nolle), también expresa algo que está lejos de lo que el lenguaje del apóstol transmite. Esto debe ser así si existe algo como la religión experimental o evangélica, es decir, si existe alguna diferencia entre el pesar por el pecado y el deseo del bien en la mente de un verdadero cristiano, y en aquellos no regenerados y dispuestos adoradores del pecado, en quienes la conciencia no está completamente borrada".

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