5-9 Los ministros sobre los que los corintios discutían, eran sólo instrumentos utilizados por Dios. No debemos poner a los ministros en el lugar de Dios. El que planta y el que riega son uno, empleados por un solo Maestro, a quienes se les confía la misma revelación, ocupados en una sola obra y comprometidos en un solo propósito. Tienen sus diferentes dones de un mismo Espíritu, para los mismos propósitos; y deben llevar a cabo el mismo diseño de corazón. Aquellos que trabajan más duro tendrán la mejor suerte. Los más fieles tendrán la mayor recompensa. Trabajan junto con Dios para promover los propósitos de su gloria y la salvación de las almas preciosas; y Él, que conoce su trabajo, se encargará de que no trabajen en vano. Se emplean en su labranza y edificación; y Él los vigilará cuidadosamente.

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