7-10 Lo más deseable que podemos pedir a Dios, para nosotros y nuestros amigos, es que nos guarde del pecado, para que nosotros y ellos no hagamos el mal. Tenemos mucha más necesidad de orar para no hacer el mal, que para no sufrirlo. El apóstol no sólo deseaba que fueran guardados del pecado, sino también que crecieran en gracia y aumentaran en santidad. Debemos orar fervientemente a Dios por aquellos a quienes amonestamos, para que dejen de hacer el mal, y aprendan a hacer el bien; y debemos alegrarnos de que otros sean fuertes en la gracia de Cristo, aunque sea el medio de mostrar nuestra propia debilidad, oremos también para que seamos capaces de hacer un uso apropiado de todos nuestros talentos.

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