12-18 Debemos ser diligentes en el uso de todos los medios que conducen a nuestra salvación, perseverando en ellos hasta el final. Con mucho cuidado, no sea que, con todas nuestras ventajas, nos quedemos cortos. Trabajad en vuestra salvación, porque es Dios quien obra en vosotros. Esto nos anima a hacer todo lo posible, porque nuestro trabajo no será en vano: debemos seguir dependiendo de la gracia de Dios. La obra de la gracia de Dios en nosotros, es para acelerar y comprometer nuestros esfuerzos. La buena voluntad de Dios hacia nosotros, es la causa de su buena obra en nosotros. Cumple con tu deber sin murmurar. Hazlo, y no encuentres defectos en él. Ocúpate de tu trabajo, y no discutas con él. Por medio de la paz; no des ninguna ocasión de ofensa. Los hijos de Dios deben diferenciarse de los hijos de los hombres. Cuanto más perversos sean los demás, más cuidado debemos tener de mantenernos irreprochables e inofensivos. La doctrina y el ejemplo de los creyentes consecuentes iluminarán a los demás, y dirigirán su camino hacia Cristo y la santidad, así como el faro advierte a los marineros que eviten las rocas, y dirige su curso hacia el puerto. Tratemos de brillar así. El evangelio es la palabra de vida, nos da a conocer la vida eterna por medio de Jesucristo. Correr, denota seriedad y vigor, un continuo avance; trabajar, denota constancia y una estrecha aplicación. La voluntad de Dios es que los creyentes se regocijen mucho; y los que son tan felices como para tener buenos ministros, tienen gran razón para regocijarse con ellos.

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