36-43 Muchos están llenos de buenas palabras, que son vacíos y estériles en las buenas obras; pero Tabita era una gran hacedora, no una gran habladora. Los cristianos que no tienen bienes para dar en caridad, pueden sin embargo ser capaces de hacer actos de caridad, trabajando con sus manos, o caminando con sus pies, para el bien de los demás. Ciertamente son mejor alabados aquellos cuyas propias obras los alaban, lo hagan o no las palabras de los demás. Pero son verdaderamente ingratos los que, cuando se les muestra la bondad, no la reconocen mostrando la bondad que se les hace. Mientras vivamos de la plenitud de Cristo para toda nuestra salvación, debemos desear estar llenos de buenas obras, para el honor de su nombre y para el beneficio de sus santos. Tales personajes como Dorcas son útiles donde habitan, ya que muestran la excelencia de la palabra de verdad por sus vidas. Cuán mezquinos son, pues, los cuidados de las numerosas mujeres que no buscan más distinción que la decoración exterior, y que malgastan su vida en los insignificantes afanes del vestido y la vanidad. El poder acompañó a la palabra, y Dorcas volvió a la vida. Así, en la elevación de las almas muertas a la vida espiritual, la primera señal de vida es la apertura de los ojos de la mente. Aquí vemos que el Señor puede compensar toda pérdida; que él domina todo acontecimiento para el bien de los que confían en él, y para la gloria de su nombre.

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