13-17 Los marineros remaban contra el viento y la marea, el viento del disgusto de Dios, la marea de su consejo; pero es en vano pensar en salvarnos de otra manera que no sea destruir nuestros pecados. Incluso la conciencia natural no puede sino temer la culpabilidad de la sangre. Y cuando somos guiados por la Providencia, Dios hace lo que quiere, y debemos estar satisfechos, aunque puede que no nos guste. Lanzar a Jonás al mar puso fin a la tormenta. Dios no afligirá para siempre, solo luchará hasta que nos sometamos y nos alejemos de nuestros pecados. Seguramente estos marineros paganos se levantarán en juicio contra muchos cristianos llamados, que no ofrecen oraciones cuando están en apuros, ni acción de gracias por liberaciones de señales. El Señor manda a todas las criaturas y puede hacer que cualquiera de ellas sirva sus designios de misericordia a su pueblo. Veamos esta salvación del Señor, y admiremos su poder, que él podría así salvar a un hombre que se ahoga, y su lástima, que así salvaría a uno que estaba huyendo de él, y lo había ofendido. Fue de la misericordia del Señor que Jonás no fue consumido. Jonás estuvo vivo en el pez tres días y tres noches: para la naturaleza esto era imposible, pero para el Dios de la naturaleza todas las cosas son posibles. Jonás, por esta preservación milagrosa, fue hecho un tipo de Cristo; como nuestro bendito Señor mismo declaró, Mateo 12:40.

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