33-40 ¿Eres tú el Rey de los Judíos? ¿Ese Rey de los Judíos que tanto se ha esperado? El Mesías Príncipe, ¿eres tú? ¿Te llamas así y quieres que te consideren así? Cristo respondió a esta pregunta con otra; no para evadirla, sino para que Pilato considerara lo que hizo. Nunca tomó sobre sí ningún poder terrenal, nunca se le impusieron principios o prácticas traidoras. Cristo dio cuenta de la naturaleza de su reino. Su naturaleza no es mundana; es un reino dentro de los hombres, establecido en sus corazones y conciencias; sus riquezas son espirituales, su poder es espiritual, y su gloria es interior. Sus apoyos no son mundanos; sus armas son espirituales; no necesitó, ni utilizó, la fuerza para mantenerlo y hacerlo avanzar, ni se opuso a ningún reino sino al del pecado y de Satanás. Su objeto y diseño no son mundanos. Cuando Cristo dijo, Yo soy la Verdad, dijo, en efecto, Yo soy un Rey. Él conquista por la evidencia convincente de la verdad; gobierna por el poder de mando de la verdad. Los súbditos de este reino son los que son de la verdad. Pilato hizo una buena pregunta, dijo: ¿Qué es la verdad? Cuando escudriñamos las Escrituras y asistimos al ministerio de la palabra, debe ser con esta pregunta: ¿Qué es la verdad? y con esta oración: Guíame en tu verdad; en toda la verdad. Pero muchos plantean esta pregunta, que no tienen paciencia para conservar en su búsqueda de la verdad; o no tienen la suficiente humildad para recibirla. Por esta solemne declaración de la inocencia de Cristo, parece que aunque el Señor Jesús fue tratado como el peor de los malhechores, nunca mereció tal trato. Pero revela el propósito de su muerte; que murió como un sacrificio por nuestros pecados. Pilato estaba dispuesto a complacer a todas las partes; y se regía más por la sabiduría mundana que por las reglas de la justicia. El pecado es un ladrón, y sin embargo es tontamente elegido por muchos en lugar de Cristo, que nos enriquecería verdaderamente. Procuremos que nuestros acusadores se avergüencen como lo hizo Cristo; y guardémonos de crucificar de nuevo a Cristo.

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