9-13 El bautismo de Cristo fue su primera aparición pública, después de haber vivido mucho tiempo desconocido. ¡Cuánto valor oculto hay, que en este mundo no se conoce! Pero tarde o temprano será conocido, como lo fue Cristo. Tomó sobre sí la semejanza de la carne pecaminosa; y así, por nosotros, se santificó a sí mismo, para que nosotros también fuéramos santificados, y fuéramos bautizados con él,  Juan 17:19. Ved con qué honor lo poseyó Dios, cuando se sometió al bautismo de Juan. Vio que el Espíritu descendía sobre él como una paloma. Podemos ver el cielo abierto para nosotros, cuando percibimos que el Espíritu desciende y obra sobre nosotros. La buena obra de Dios en nosotros, es una evidencia segura de su buena voluntad hacia nosotros, y de sus preparativos para nosotros. En cuanto a la tentación de Cristo, Marcos señala que estaba en el desierto y que estaba con las fieras. Era un ejemplo del cuidado de su Padre por él, lo que le animó aún más a pensar que su Padre le proveería. Las protecciones especiales son premonitorias de los suministros de la época. La serpiente tentó al primer Adán en el huerto, al segundo Adán en el desierto; con éxito ciertamente diferente; y desde entonces sigue tentando a los hijos de ambos, en todos los lugares y condiciones. La compañía y la conversación tienen sus tentaciones; y estar solo, incluso en el desierto, también tiene las suyas. Ningún lugar o estado exime, ningún negocio, ni el trabajo lícito, ni el comer o el beber, ni siquiera el ayuno y la oración; a menudo en estos deberes se dan los mayores asaltos, pero en ellos está la más dulce victoria. La ministración de los ángeles buenos es materia de gran consuelo en referencia a los malignos designios de los ángeles malos; pero mucho más nos consuela, tener la morada de Dios el Espíritu Santo en nuestros corazones.

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