13-17Las bondadosas condescendencias de Cristo son tan sorprendentes, que incluso los creyentes más fuertes al principio apenas pueden creerlas; tan profundas y misteriosas, que incluso los que conocen bien su mente, son propensos a iniciar objeciones contra la voluntad de Cristo. Y los que tienen mucho del Espíritu de Dios mientras están aquí, ven que necesitan solicitar más a Cristo. Cristo no niega que Juan tuviera necesidad de ser bautizado por él, pero declara que ahora será bautizado por Juan. Cristo está ahora en un estado de humillación. Nuestro Señor Jesús consideraba que le convenía cumplir con toda la justicia, poseer toda institución divina y mostrar su disposición a cumplir con todos los justos preceptos de Dios. En y por Cristo, los cielos se abren a los hijos de los hombres. Este descenso del Espíritu sobre Cristo, demostró que estaba dotado de sus sagradas influencias sin medida. El fruto del Espíritu es el amor, la alegría, la paz, la paciencia, la mansedumbre, la bondad, la fe, la mansedumbre y la templanza. En el bautismo de Cristo hubo una manifestación de las tres Personas de la sagrada Trinidad. El Padre confirmando al Hijo como Mediador; el Hijo entrando solemnemente en la obra; el Espíritu Santo descendiendo sobre él, para ser por su mediación comunicado a su pueblo. En Él nuestros sacrificios espirituales son aceptables, pues Él es el altar que santifica toda ofrenda, 1 Pedro 2:5. Fuera de Cristo, Dios es un fuego consumidor, pero en Cristo, un Padre reconciliado. Esta es la suma del evangelio, que debemos abrazar alegremente por fe.

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