21-26¿Debe el hombre culpable permanecer bajo la ira? ¿Es la herida para siempre incurable? No; bendito sea Dios, hay otro camino abierto para nosotros. Esta es la justicia de Dios; la justicia de su ordenación, provisión y aceptación. Es por esa fe que tiene como objeto a Jesucristo; un Salvador ungido, así significa Jesucristo. La fe justificadora respeta a Cristo como Salvador, en todos sus tres oficios ungidos, como Profeta, Sacerdote y Rey; confiando en él, aceptándolo y adhiriéndose a él: en todo esto, judíos y gentiles son igualmente bienvenidos a Dios por medio de Cristo. No hay diferencia, su justicia está sobre todos los que creen; no sólo se les ofrece, sino que se les pone como una corona, como un manto. Es gracia gratuita, mera misericordia; no hay nada en nosotros que merezca tales favores. Nos llega gratuitamente, pero Cristo la compró y pagó el precio. Y la fe tiene en cuenta especialmente la sangre de Cristo, como la que hizo la expiación. Dios, en todo esto, declara su justicia. Es evidente que odia el pecado, cuando nada menos que la sangre de Cristo podría satisfacerlo. Y no estaría de acuerdo con su justicia exigir la deuda, cuando el fiador la ha pagado, y él ha aceptado ese pago en plena satisfacción.

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