26,27 Cuando los hombres se esfuerzan más en parecer religiosos que en serlo realmente, es señal de que su religión es vana. El no refrenar la lengua, la disposición a hablar de las faltas de otros, o a disminuir su sabiduría y piedad, son señales de una religión vana. El hombre que tiene una lengua calumniosa, no puede tener un corazón verdaderamente humilde y bondadoso. Los falsos religiosos pueden ser conocidos por su impureza y falta de caridad. La verdadera religión nos enseña a hacer todo como en la presencia de Dios. Una vida sin mancha debe ir acompañada de amor y caridad no fingidos. Nuestra verdadera religión es igual a la medida en que estas cosas tienen lugar en nuestros corazones y conducta. Y recordemos que nada vale en Cristo Jesús, sino la fe que obra por el amor, purifica el corazón, somete los deseos carnales y obedece los mandatos de Dios.

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