Las cosas secretas - Habiendo mencionado los asombrosos juicios de Dios sobre toda la tierra y el pueblo de Israel, y previendo la extirpación total que vendría sobre ellos por su iniquidad, estalla en esta patética exclamación, ya sea para refrenar su curiosidad, ¿quién estar dispuesto a indagar sobre el momento y la forma de tan gran acontecimiento; o para aquietar su propia mente y satisfacer los escrúpulos de los demás, quienes, al percibir que Dios trataba tan severamente a su propio pueblo, cuando mientras tanto padecía aquellas naciones que eran culpables de un ateísmo e idolatría más groseros, podrían aprovechar la ocasión para negar su providencia o cuestionar la equidad de sus procedimientos.

A esto responde, que los caminos y juicios de Dios, aunque nunca injustos, a menudo están ocultos para nosotros, insondables por nuestras capacidades superficiales, y son motivo de nuestra admiración, no de nuestra investigación. Pero las cosas que son reveladas por Dios y su palabra, son el objeto propio de nuestras investigaciones, para que así podamos conocer nuestro deber, y quedarán libres de tales calamidades terribles como estos ahora mencionados.

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