De todo lo que se ha dicho, parece que la ley, la dispensación mosaica, siendo una sombra desnuda e insustancial de las cosas buenas por venir, de las bendiciones del evangelio, y no la imagen sustancial y sólida de ellas, nunca podrá con el mismo tipo. Los sacrificios, aunque se repiten continuamente, hacen perfectos a quienes los practican, ya sea en cuanto a justificación o santificación. ¿Cómo es posible que cualquiera que considere esto suponga que los logros de David, o cualquiera que estuviera bajo esa dispensación, sea la medida apropiada de la santidad del evangelio? ¿Y que la experiencia cristiana no debe elevarse más que la judía?

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