Y éstos irán al castigo eterno, pero los justos a la vida eterna. Por tanto, el castigo es estrictamente eterno o la recompensa no lo es: la misma expresión se aplica a los primeros que a los últimos. El juez hablará primero a los justos, en la audiencia de los malvados. Entonces los impíos irán al fuego eterno, a la vista de los justos.

Así los condenados no verán nada de la vida eterna; pero los justos verán el castigo de los impíos. No sólo es particularmente observable aquí, que el castigo dura tanto como la recompensa; pero, que este castigo está tan lejos de cesar al final del mundo, que no comienza hasta entonces.

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