El comportamiento heroico del bienaventurado Jesús, en todo el período de sus sufrimientos, será observado por todo ojo atento y sentido por todo corazón piadoso: aunque los historiadores sagrados, según su habitual pero maravillosa sencillez, no lo elogian. ¡Con qué compostura sale al encuentro del traidor! ¡Con qué tranquilidad recibe ese beso maligno! ¡Con qué dignidad se entrega en manos de sus enemigos! Sin embargo, mostrando claramente su superioridad sobre ellos, ¡e incluso llevando cautivo, por así decirlo, al cautiverio!

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