Ver. 19. "No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde los ladrones minan y hurtan: 20. Haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde los ladrones no rompáis ni hurtéis: 21. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

Cris.: Cuando ha ahuyentado la enfermedad de la vanidad, hace bien en traer el discurso del desprecio de las riquezas. Porque no hay mayor causa del deseo del dinero que el amor a la alabanza; porque estos hombres desean tropas de esclavos, caballos atavíos de oro y mesas de plata, no para uso o placer, sino para ser vistos por muchos; por eso dice: "No os hagáis tesoros en la tierra".

Agosto, Serm. en Mont., ii, 13: Porque si alguno hace una obra con la mente de ganar un bien terrenal, ¿cómo será puro su corazón mientras anda así sobre la tierra? Porque todo lo que se mezcla con una naturaleza inferior se contamina con ella, aunque la inferior sea pura en su especie. Así se alea el oro cuando se mezcla con plata pura; y de la misma manera nuestra mente está contaminada por la lujuria de las cosas terrenales, aunque la tierra es pura en su propia especie.

Pseudo-Chrys.: De lo contrario; Como el Señor no había enseñado nada acerca de la limosna, la oración o el ayuno, sino que solo había verificado una pretensión de ellos, ahora procede a entregar una doctrina de tres porciones, según la división que había hecho antes, en este orden. Primero, un consejo de que se debe hacer limosna; segundo, para mostrar el beneficio de la limosna; tercero, que el miedo a la pobreza no sea un obstáculo para nuestro propósito de dar limosna.

Cris.: Diciendo: "No os hagáis tesoros en la tierra", añade, "donde el orín y la polilla destruyen", para mostrar la inseguridad del tesoro que está aquí, y la ventaja del que está en el Cielo, tanto del lugar como de las cosas que dañan. Como si hubiera dicho; ¿Por qué temes que tu riqueza se consuma, si debes dar limosna? Más bien dad limosna, y ellos recibirán aumento, porque los tesoros que están en el Cielo les serán añadidos, y estos tesoros se pierden si no dais limosna. No dijo: Dejadlos a otros, porque eso es agradable a los hombres.

Rabano, ap. Anselmo: Aquí hay tres preceptos según los tres tipos diferentes de riqueza. Los metales son destruidos por el óxido, la ropa por la polilla; pero como hay otras cosas que no temen ni a la herrumbre ni a la polilla, como las piedras preciosas, por eso nombra un daño común, el de los ladrones, que roban las riquezas de todas clases.

Pseudo-Chrys.: Otra lectura es, "Donde la polilla y el banquete consumen". A todos los bienes de esta vida les espera una triple destrucción. O se pudren y son comidos por las polillas como tela; o son consumidos por la vida lujosa de su amo; o son saqueados por extraños, ya sea con violencia, o hurto, o acusación falsa, o cualquier otra acción injusta. Porque pueden ser llamados ladrones todos los que por cualquier medio ilícito se apresuran a hacer suyos los bienes ajenos.

Pero dirás: ¿Todos los que tienen estas cosas, por fuerza las pierden? Por cierto, respondería que si todos no lo hacen, muchos lo hacen. Pero las riquezas mal atesoradas, las habéis perdido espiritualmente, si no de hecho, porque no os aprovechan para vuestra salvación.

Rabano: Alegóricamente; El óxido denota orgullo que oscurece el brillo de la virtud. La polilla que en secreto devora las vestiduras, son los celos que provocan buenas intenciones y destruyen el vínculo de la unidad. Los ladrones denotan herejes y demonios, que siempre están al acecho para robar a los hombres su tesoro espiritual.

Hilary: Pero la alabanza del Cielo es eterna, y no puede ser arrebatada por un ladrón invasor, ni consumida por la polilla y el óxido de la envidia.

Agosto, Serm. en Mont., ii, 13: Por cielo en este lugar no entiendo los cielos materiales, porque todo lo que tiene un cuerpo es terrenal. Mas conviene que el mundo entero sea despreciado por aquel que pone su tesoro en aquel Cielo, del cual se dice: El cielo de los cielos es del Señor, Salmo 115:16 es, en el firmamento espiritual.

"Porque el cielo y la tierra pasarán"; [ Mateo 24:35 ] pero no debemos poner nuestro tesoro en lo que pasa, sino en lo que permanece para siempre.

Pseudo-Chrys.: ¿Cuál es entonces mejor? ¿Ponerlo en la tierra donde su seguridad es dudosa, o en el Cielo donde ciertamente será preservado? ¿Qué locura dejarlo en este lugar de donde pronto debes partir, y no enviarlo antes que tú allí, adonde debes ir? Por lo tanto, coloca tu sustancia allí donde está tu país.

Cris.: Pero como no todos los tesoros terrenales son destruidos por la herrumbre o la polilla, o se los llevan los ladrones, por eso trae otro motivo: "Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón". Tanto como decir; Aunque ninguna de estas pérdidas anteriores te suceda, sufrirás una pérdida no pequeña al apegar tus afectos a las cosas inferiores, y convertirte en un esclavo de ellas, y al caer del Cielo, y ser incapaz de pensar en nada elevado.

Jerónimo: Esto debe entenderse no solo del dinero, sino de todas nuestras posesiones. El dios de un glotón es su vientre; de un amante su lujuria; y así todo hombre sirve aquello a lo que está en servidumbre; y tiene su corazón allí donde está su tesoro.

Pseudo-Chrys.: De lo contrario; Ahora enseña el beneficio de la limosna. El que pone su tesoro en la tierra, nada tiene que buscar en el Cielo; porque ¿por qué debería mirar hacia el cielo donde no tiene nada guardado para sí mismo? Así peca doblemente; primero, porque junta cosas malas; en segundo lugar, porque tiene el corazón en la tierra; y así, por el contrario, hace lo correcto de una manera doble quien atesora su tesoro en el Cielo.

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